Uniendonos

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Después de una sesión intensa y dos orgasmos realmente espectaculares, el omega entró en celo, cayendo rendido sobre el pecho del alfa.

¿Quién hubiera esperado que ambos celos se unirían? En fin, sucedió, y Onix no pudo estar más feliz de ayudar a su lindo omega, quien ahora era todo un lobito blandito y pegajoso.

Su cola se movía al sentir cómo su omega lo llamaba entre gemidos, pidiendo más aunque ni siquiera pudiera abrir sus ojos del cansancio. Pero estaba feliz, se habían entregado a la pasión tantas veces que ni siquiera podían contarlas, Louis tenía mordidas de amor por todo su blanco cuerpo, simplemente hermoso.

Así que, luego de cuatro días, Louis se desmayó exhausto sobre el cuerpo de su alfa, quien comenzaba a despertar. Dejando atrás los tonos oscuros de sus ojos y abriéndose al verde.

Harry se despierta desorientado, su mente envuelta en una niebla de confusión. Se encuentra con Louis descansando pacíficamente sobre su pecho, pero los recuerdos de los últimos días parecen difuminados, como si estuvieran envueltos en una bruma insensible.

Intenta recordar lo que ha sucedido, pero las imágenes son borrosas, las sensaciones se desvanecen entre la neblina de su mente. Siente una extraña sensación de vacío, como si hubiera perdido algo importante en el laberinto de su memoria.

Se pasa una mano por el rostro, tratando de despejar las sombras que nublan su mente, pero la confusión persiste. Se pregunta qué ha ocurrido exactamente en los últimos días, qué ha llevado a este momento de intimidad compartida y conexión profunda con su omega.

Harry, con la mirada fija en el cuerpo desnudo de Louis, examina cada centímetro en busca de alguna pista que explique su desconcierto. Sus ojos se detienen en el cuello del omega, donde descubre una pequeña marca de mordida. Un escalofrío recorre su espalda al darse cuenta de lo que ha sucedido: ¿había sido él quien había dejado esa marca en Louis? La idea lo paraliza, inundándolo de confusión y angustia.

Su mente, un torbellino de pensamientos tumultuosos, trata frenéticamente de entender lo que ha ocurrido. La habitación se carga con su aroma de preocupación y malestar, palpable en el aire denso que lo rodea. Una sensación de náusea lo envuelve, amenazando con desencadenarse en cualquier momento, mientras lucha por contener el mareo que lo embarga.

Harry se aparta del cuerpo de su omega, cuyos sentidos captan la tensión en el ambiente. Con pasos vacilantes, se encamina hacia el baño en busca de un respiro y algo de claridad mental. Cada paso es una lucha contra la confusión y el remordimiento que lo consumen, mientras su mente se debate entre la necesidad imperiosa de comprender lo ocurrido y el miedo a enfrentar la verdad.

Cuando el rizado cae rendido hacia el inodoro, su cuerpo convulsiona con cada arcada, expulsando todo lo que encuentra a su paso. Sus ojos se empañan con densas lágrimas, que dificultan su visión y se entrelazan con el torrente de emociones que lo abruman. Cada temblor es un eco de su tormento interno, una manifestación física de la angustia y el remordimiento que lo consumen.

A través del velo de lágrimas, escucha la voz preocupada y cansada de Louis llamándolo desde la habitación. Su corazón se estremece ante la preocupación en las palabras de su omega, pero se siente incapaz de responder. Las palabras se atascan en su garganta, ahogadas por el torbellino de emociones que lo envuelve.

Finalmente, Harry logra reunir la fuerza suficiente para levantarse y regresar a la habitación, donde Louis lo espera con ansiedad. Al verlo entrar, Louis frunce el ceño con preocupación y pregunta con voz temblorosa:

-¿Alfa? Harry, ¿qué sucede?-

La voz de Louis, cargada de preocupación y afecto, resuena en la habitación, recordándole a Harry el peso de sus acciones y la necesidad urgente de enfrentar la verdad.

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