Querer

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El alfa despertó sintiendo unos besos ligeros y dulces en su rostro, cada uno de ellos una caricia reconfortante que lo llenaba de calidez y amor. Sonrió con los ojos aún cerrados al reconocer el suave toque de su omega.

-Buen día, gatito -murmuró Louis con ternura.

-Buen día -respondió el alfa con voz grave, dejando escapar un suspiro de satisfacción por el despertar junto a su ser querido.

-¿Cómo te sientes, alfa? -preguntó Louis, observando cómo el alfa abría lentamente sus ojos-. Es bueno volver a ver el verde de tus ojos, alfa.-

El alfa parpadeó somnoliento, tratando de despertarse por completo.

-¿Onix hizo algo mal? -cuestionó con voz adormilada, notando la preocupación en la expresión de su omega.

-No, solo estaba siendo un lobito buscando cariño -respondió Louis con una sonrisa tranquilizadora.

El alfa ronroneó con afecto mientras abrazaba al omega, buscando su cercanía y su dulzura matutina.

-mhm, está bien -susurró, depositando un beso tierno en la comisura de los labios del castaño-. ¿Me dejas besarte? -preguntó con un puchero juguetón, buscando el dulce sabor de los labios de su omega.

Louis recordó amablemente: -No te has lavado los dientes.-

-¿Por favor? No recuerdo haberme despedido de ti anoche, y ¿qué hora es? -preguntó el alfa, mostrando confusión.

-Tampoco es que me voy a escapar o algo... -rió Louis, acariciando la mejilla del alfa y sintiendo el ligero bello sobre su palma-. Mhm, son las 10:34 -respondió, consultando el reloj de la mesa de luz.

-He dormido una barbaridad -gruñó el alfa, estirándose perezosamente-. Tal vez no te vayas a escapar, pero no me gusta dormirme sin antes besarte, menos decirte buen día. Solo un beso, omega -añadió con un puchero.

El omega aceptó con una risa suave mientras apoyaba sus labios en los del alfa en un beso dulce y pausado.

-Buenos días, omega -ronroneó el alfa con una sonrisa en los labios del castaño.

Louis rió con cariño ante las palabras del alfa.

-Si le contara a alguien que tú, el gran alfa puro, gruñón y empresarial, es todo un gatito que se molesta cuando no recuerda haber besado a su omega antes de dormir, ya que su lobo apareció, nadie lo creería -comentó riendo.

-Oh, pero nadie lo sabrá. Tengo que seguir aparentando que soy un alfa serio con mis empleados -reconoció el alfa con una sonrisa traviesa.

-Soy tu empleado, y sé tu secreto. ¿Qué harás al respecto? -preguntó.

-Creo que seguiré siendo el alfa gruñón en la oficina, al menos por el bien de la reputación. Pero contigo, en nuestra intimidad, no tengo que fingir nada.-respondió con una sonrisa, acercando suavemente a Louis para otro beso fugaz pero lleno de cariño.

-Creo que deberíamos bajar a desayunar. Estoy muerto de hambre -dijo con una sonrisa, sintiendo el aroma tentador de la comida flotando desde la planta baja.

El alfa asintió con una sonrisa y se levantó de la cama, observándose en el espejo, notando su reflejo en ropa interior ¿en que momento se desvistió?

-Debería volver al gimnasio, estás haciendo que pierda mis hábitos, omega. Después de desayunar, saldré a correr -se prometió a sí mismo.

Louis sonrió mientras observaba los músculos bien definidos de la espalda del alfa en el espejo.

-¿Perder tus hábitos? Yo te veo más fuerte que nunca -murmuró Louis, admirando los músculos del alfa en el espejo.

-Hace bastante que no voy al gimnasio, me empieza a doler la espalda de estar tanto tiempo acostado -informó, tomando una camiseta.

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