Inoportuno

152 16 2
                                    

No había sido difícil volver a la rutina, menos con Louis pasando la mayor parte del día sobre su regazo mientras trabajaban, o sentado en la silla frente a él comiendo comida china mientras leía contratos o estaba en su computadora. Todo estaba demasiado bien, y realmente estaba considerando mover el escritorio de Louis a su oficina. Después de todo, el espacio era bastante grande, y sería mucho más cómodo. Sin la necesidad de llamar a su oficina.

Pero estaba bien, todos sabían que eran pareja. La primera semana fue bastante extraña, ya que se podían escuchar los murmullos de sorpresa, y no podía culparlos. Nunca nadie lo había visto en pareja, o saliendo a comer con alguien, y que de la nada saliera con un omega, quien resulta ser su empleado. Es sorprendente para muchos.

Ahora estaban allí, luego de dos semanas del fin del juicio, con Louis sentado en el sillón de la oficina mientras usaba su computadora, mordiendo su labio inferior por la concentración.

Tenemos al omega más hermoso del mundo.

Y no pudo estar más de acuerdo con su lobo, porque por favor, Louis era un ángel caído del cielo. Ese día cumplían cinco meses de ser novios, y no entendía en qué momento había pasado tanto tiempo. Si recordara como si fuera ayer estar tomando sol en Francia.

En fin, ese no es el punto, la cosa aquí era que después de haber preparado el desayuno en la cama para Louis, llegando tarde al trabajo, que ni siquiera importaba, después de todo, era el dueño. Pero Louis lo había besado, lo había besado como nunca antes lo había hecho. Con sus piernas a cada lado de su cintura, sentándose y moviendo sus caderas justo encima de su miembro. Mientras lo besaba, dulces besos con sabor a mantequilla y té, acompañado de un par de susurros y lamidas por parte de el, quien lamió la mejilla del omega cuando este se manchó con jalea, haciéndolo soltar un leve gemido.

Pero ahora estaba allí, como si nada hubiera pasado, ignorando que había tenido una de las peores erecciones y no pudo ni tocarse. Estaba frustrado, pero no lo iba a decir en voz alta, se iba a conformar con admirar a su bonito omega morder su labio, eso iba a hacer y nada más.

-¿Sabes que puedo escuchar tus pensamientos, verdad? - murmuró sin apartar la mirada de la computadora.

-¿Qué? - cuestionó, con los ojos abiertos.

¿Había sido descubierto? Maldito alfa idiota, que no puede despegar la cabeza de su pene. Por favor, Dios, ayúdame y límpiame de cualquier pecado que pude estar pensando en este momento.

-Es que llevas todo el rato mirándome, ¿no se supone que eres el jefe de este lugar? - ríe con una mezcla de complicidad y diversión -¿Por qué soy yo el único que trabaja?-

-Se supone... -sus labios se curvaron en una sonrisa pícara- pero personalmente, prefiero admirar a mi bonito omega.-

-¿Ah, sí? -rió, apartando su mirada de la pantalla- ¿Te gusta ver a tu novio trabajar mientras tú no haces nada? -dijo en broma- ¿Así es como quieres que siga nuestra relación? -

El cuerpo del alfa se puso rígido, atragantándose con su propia saliva mientras intentaba procesar lo que acababa de suceder.

-¿Qué? ¿Yo qué? Dios, no, omega. ¿Tú? Mierda. Soy un inútil, ¿verdad? Sabes que no debes, ¿yo? Soy tu jefe, no tienes que- tartamudeó.

-¡Alfa! Te estoy haciendo una broma -rió, levantándose del sillón y caminando hacia el alfa- No eres un inútil, sé que trabajas muchísimo para mantener esta empresa. Solo que estás en la etapa de loco enamorado, ya se te pasará -murmuró, sentándose en el regazo del alfa.

El alfa sintió el calor reconfortante del omega asentándose en su regazo, una sensación que siempre lo calmaba y lo centraba, incluso en los momentos más caóticos.

Vínculos ProfundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora