La perfeccion

182 22 3
                                    

La oficina se transformó en un refugio acogedor, inundado de luz y calidez, como si el sol primaveral hubiera decidido hacer su morada allí. Era como caminar por un prado de flores, donde el polen hacía cosquillas en la nariz y el aire vibraba con energía.

Louis irradiaba un aroma embriagador, reminiscente de los atardeceres en la playa y la maravilla de descubrir un paraíso terrenal.

El lobo de Harry rugía en su pecho, instándolo a reclamar a ese omega como suyo para siempre, a marcarlo como propio en un vínculo eterno.

Sin embargo, sus piernas se aferraban al suelo como si estuvieran clavadas con estacas invisibles, y su lengua se sentía pesada en su boca, incapaz de articular palabra alguna frente a la magnificencia que tenía ante sí.

Pero allí estaba él, con sus mejillas encendidas por el rubor y sus ojos destilando temor, como si el dulce omega hubiera cometido el peor de los crímenes y él fuera el juez encargado de dictar sentencia.

Una oleada de emociones lo embargó, dejándolo suspirando profundamente mientras sentía cómo su boca comenzaba a humedecerse. Era como estar perdido en el desierto, desesperado por encontrar agua, y de repente, la fuente estaba justo frente a él en la forma de un omega de cabello castaño, pero se sentía paralizado, como si le faltaran las piernas para acercarse.

Todo parecía perfecto, como si el mundo hubiera adquirido colores más vibrantes y definidos en ese preciso instante. El aroma de Louis lo envolvía, disipando cualquier rastro de preocupación de su cuerpo y sumergiéndolo en una sensación reconfortante de calidez y seguridad.

Pero de repente, en medio del cálido arcoíris del verano, comenzó a llover. El ambiente se transformó en tristeza y desilusión, y el aura de Louis cambió en cuestión de segundos. Los sentidos de Harry fueron testigos de todo, observando cómo los ojos celestes del omega se convertían en un océano, dejando que las compuertas se abrieran para liberar sus emociones.

Como si fuera un instinto innato, su cuerpo se relajó. Ya no solo percibía la suavidad, sino también la rugosidad y la firmeza de su propio aroma, fusionando las dos fragancias en un hogar reconfortante y acogedor.

Harry avanzó hacia Louis con un gruñido profundo, sus instintos y su lobo interior en una lucha silenciosa por el dominio. Se sumergió en la fuente del aroma de Louis, como un nadador que se sumerge en las profundidades del océano, buscando descifrar quién prevalecería: ¿Harry con su determinación humana o su lobo con su instinto animal?

Sus manos temblaban ligeramente, incapaces de decidir si acariciar suavemente o sujetar con firmeza. Su mente estaba dividida entre el deseo de proteger y poseer, entre la ternura y la pasión salvaje que lo consumía desde adentro. Era un enfrentamiento interno entre el hombre y la bestia, donde cada uno luchaba por reclamar su lugar en el corazón y el cuerpo de Louis.

-Omega- gruñó su lobo con determinación, reclamando su territorio.

Sin un ápice de autocontrol, el lobo se sumergió en la fuente del néctar, inhalando el aroma del cuello del dulce omega con avidez. Sus manos se aferraron a la cintura de Louis con firmeza, mientras él mismo liberaba su propio aroma, permitiendo que se fundieran en una danza de fragancias y deseos entrelazados.

En ese momento, el mundo desapareció a su alrededor, dejando solo la esencia de Louis y la pulsante energía que fluía entre ellos, mientras Harry y su lobo se entregaban al éxtasis de la unión. Era un instante suspendido en el tiempo, donde los límites entre la humanidad y la bestia se desvanecían, y solo quedaba la intensidad del deseo compartido.

Los minutos se deslizaban sin que pudiera liberarse de su nueva adicción. Era como una droga, un paraíso del que no quería desperdiciar ni una sola gota.

Sin necesidad de pronunciar una sola palabra, envolvió a su fuente de placer con sus brazos y lo llevó consigo, colocándolo en su regazo mientras se sentaba en la silla giratoria de su escritorio.

Su respiración se volvía casi animal, con su rostro inclinado hacia la cálida piel de Louis. Sin mostrar sus ojos ni sus colmillos, simplemente inhalaba y exhalaba la exquisitez de su aroma, como si estuviera saboreando el elixir de la vida misma.

-Omega- gruñó, separándose lentamente de la fuente del paraíso, y por primera vez, sus ojos se encontraron con los del omega.

Louis era simplemente hermoso, una obra maestra de la naturaleza. Era la primera vez que el lobo lo veía con sus propios ojos, y no a través de los ojos verdes de Harry. En ese momento, el mundo se detuvo mientras absorbía la belleza pura y la serenidad que emanaba de Louis. Era como contemplar una obra de arte perfecta, cada rasgo meticulosamente esculpido por el amor y la gracia. Y en ese instante, supo que había encontrado su hogar en los ojos del omega que tenía frente a él.

-Alfa- susurró el omega, acariciando la mejilla del lobo con ternura.

Todas las dudas se desvanecieron en ese momento. Era más que evidente que Harry disfrutaba de su aroma. Después de todo, eran destinados.

-Eres exquisito- gruñó, pasando su lengua por el hombro del omega, arrancándole un gemido. -Eres perfecto.-

Louis sabía que no podía permitirse excitarse en la oficina de Harry, mientras su lobo exploraba ávidamente la fuente de su aroma, con las manos aprisionadas en su cintura y su trasero firmemente apoyado en la virilidad del alfa.

-Alfa, déjame hablar con Harry- susurró, besando la mejilla del lobo con suavidad.

-No, eres mío- gruñó el lobo, aferrándose con más fuerza a él.

-No, soy de ambos. Déjame hablar con Harry, alfa- suplicó Louis, con los ojos brillantes.

En ese preciso instante, sus ojos rojos y negros cambiaron a verde, su rostro se tornó completamente rojo al darse cuenta de que su lobo había tomado el control de su cuerpo debido al descubrimiento del aroma del omega.

-Lou- susurró Harry antes de que el Omega apretara sus labios contra los suyos.

En ese instante, saboreó la mezcla de limón, miel y canela en sus labios. Era como probar el paraíso mismo en cada beso, una explosión de dulzura y especias que inundaba sus sentidos y encendía su alma.

-Hola, Hazz- susurró Louis con una sonrisa, acariciando las mejillas del rizado con ternura.

-Hueles muy bien- susurró Harry, sintiendo como si estuviera despertando de un sueño profundo. -Yo... em... yo puedo...- tartamudeó, desviando sus ojos verdes hacia el cuello del omega.

-Puedes- afirmó Louis, permitiendo que el rizado acercara su nariz a su cuello, sintiendo cómo el aroma del omega inundaba sus sentidos y los envolvía en una sensación de calma y plenitud.

-Marcame con tu aroma, omega. Quiero sentirlo en todo mi cuerpo, es la misma gloria- pidió Harry con voz firme pero llena de anhelo.

Era una súplica cargada de deseo y devoción, una expresión de la profunda conexión que compartían. En ese momento, Harry anhelaba fusionarse con Louis en un nivel más profundo, permitiendo que el aroma del omega lo envolviera por completo, como una bendición que lo transformaría y lo uniría aún más a su pareja destinada. Era un pedido que reflejaba su necesidad de pertenencia y de sentirse completamente uno con su omega, en cuerpo, mente y alma.

El omega dudaba al recibir la petición de Harry. Sabía que no era una práctica común que un omega marcara a un alfa con su aroma. Las normas sociales y las expectativas tradicionales pesaban sobre él, sembrando semillas de incertidumbre y miedo en su mente.

Las dudas se agolpaban en su interior mientras reflexionaba sobre las posibles repercusiones de su acción. ¿Qué pensarían los demás al enterarse? Temía las miradas de juicio y los murmuros de desaprobación que podrían surgir.

Sin embargo, a pesar de sus temores, el omega sabía que esta conexión trascendía las convenciones sociales. Era un lazo único y profundo que compartía con Harry, una unión que iba más allá de las expectativas y las normas impuestas por la sociedad.

Con el corazón latiendo con fuerza y una mezcla de valentía y vulnerabilidad, el omega finalmente accedió a la petición de Harry. A pesar de las dudas y los miedos, dejó que su aroma impregnara la piel del alfa, marcando su unión de una manera íntima y eterna. Era un acto de amor y confianza, un símbolo de la fuerza de su vínculo y la profundidad de su compromiso el uno con el otro.

Vínculos ProfundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora