Epiologo 2.0

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La atmósfera cálida y hogareña envolvía la escena mientras Harry y Louis se preparaban para salir con Marcus y Emma. Louis sonrió con ternura al ver la interacción entre sus hijos, mientras Harry lo ayudaba con la campera.

—Marcus, ayuda a tu hermana a atarse los cordones, por favor, cachorro —solicitó Louis con una mezcla de dulzura y autoridad, mientras ajustaba su abrigo.

—¡Mamá! ¿Por qué yo? ¡No es mi culpa que Emma no sepa atarse los cordones! —se quejó Marcus, con un gesto de exasperación.

Harry gruñó ligeramente, mostrando su desaprobación ante el tono de Marcus. —No le hagas mala voz a tu madre, cachorro —dijo con firmeza, mientras continuaba abrigando a Louis.

Mientras tanto, en el otro lado de la sala, Marcus seguía protestando: —¡Pero papá!—

—Pero nada, hazle caso a tu madre y ayuda a tu hermana a ponerse los zapatos —concluyó Harry, mientras pasaba una mano reconfortante por la barriga de Louis—. ¿Duele?—

—No, está bien —susurró Louis, sintiendo el cálido contacto de Harry y disfrutando de su cercanía—. Aunque nuestro cachorro ha estado bastante inquieto últimamente.—

Harry sonrió con ternura, su mano permaneciendo en el vientre de Louis. —No puedo esperar por conocerlo —dijo con emoción, atrayendo a Louis hacia su pecho mientras besaba su marca—. Mi cachorro.—

—No es nuestro primer cachorro, alfa —recordó.

Harry asintió con una sonrisa amorosa, acariciando suavemente el vientre de Louis. —Lo sé, pero este lo estás llevando tú. Después de tanto tiempo de intentarlo, amor... es nuestro —expresó, con un brillo emocionado en sus ojos verdes.

—¿Estás diciendo que Marcus y Emma no son nuestros? —preguntó divertido mientras alzaba una ceja.

—No, amor. Sabes que amo a mis lobitos, son mi mundo —respondió Harry, con ternura—. Pero este pequeño que llevas dentro... es un símbolo de nuestro amor y perseverancia. Es el regalo más preciado que podríamos desear, un testimonio de nuestra unión y esperanza. Es nuestro milagro.—

—Creo que voy a llorar si sigues hablando, alfa —susurró Louis, con la emoción palpable en su voz.

—No quiero que llores, amor. Pero imagínate un mini tú. Necesito que sea omega, un mini Lou gordito y bonito —insistió Harry con cariño, sus ojos brillando con anticipación.

—¿Le estás asignando su posición de omega a nuestro cachorro cuando todavía no ha nacido? —preguntó Louis, entre risas suaves ante la determinación de Harry.

—Es que... ¡Omega! —gruñó Harry con diversión, bajando nuevamente su mano al vientre de Louis—. Necesito un mini tú correteando junto a mis lobitos. Es una visión que no puedo dejar de imaginar.—

Louis sonrió con ternura ante la emoción y la ilusión de Harry. Era reconfortante verlo tan emocionado y comprometido con la idea de su futura familia.

Después de tanto tiempo y dos cachorros profundamente amados, porque finalmente llegó el milagro.

Marcus, de 6 años, era el amor platónico de Louis, el no tan pequeño alfa de ojos verdes y cabello azabache, que le recordaba tanto a Harry por su sonrisa y travesuras. Y luego estaba Emma, apenas con tres años, una hermosa y dulce omega con olor a jazmín y ojos azules que era la completa perdición de Harry. El alfa la llevaba a todas partes, complaciendo cada deseo que la pequeña cachorra murmuraba entre balbuceos. Pero ahora, su hermoso omega estaba embarazado. Era algo de ellos, una creación de ambos.

Amaba a sus hijos, por más adoptados que fueran, eran sus hijos. Pero nada le quitaba la emoción de poder ver por primera vez a su omega con una gran panza mientras gestaba una vida dentro de él. Era un momento que había esperado con anhelo, un sueño que por fin se estaba haciendo realidad.

Y estaban felices, habían armado su propia familia. Cada día estaba lleno de risas, abrazos y momentos inolvidables. Aunque el camino para llegar a este punto había sido largo y lleno de desafíos, cada obstáculo había valido la pena al ver la sonrisa en el rostro de sus hijos y sentir el amor que fluía entre ellos.

Era un sueño hecho realidad, una familia unida por el amor más puro y sincero.

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