JAEHYUN

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Lo vi al entrar en mi dormitorio, como siempre, el único cuadro que había pintado en los últimos años, ese que pinte con Renjun, mientras me lo cogía lento sobre ese lienzo y llenaba su piel de color, de besos y de palabras que ya se habían perdido en el olvido.

Contemplé los trazos, las manchas caóticas. Y luego alcé la mirada hacia el altillo del mueble y respiré hondo. Dudé, como había dudado muchos otros días. Seguí la estela de la rutina cuando salí de la habitación y tomé la tabla de surf.

Kun estaba sentado en los escalones de la entrada cuando llegué casi al caer la noche. Lo saludé con un gesto rápido y él entró en casa conmigo. Abrió el refrigerador como si nunca hubiéramos perdido esa confianza y sacó dos cervezas. Parecía feliz, pleno.

—¡Brindemos! —dijo.

—Vaya, ¿y a qué se debe?

—No quería decírtelo, pero luego pensé... —Se frotó la nuca incómodo— Pensé que era justo. Renjun va a exponer este mes en Red Hill, solo tres obras, pero es un gran paso, su profesor lo recomendó, creí que... merecías saberlo. Porque, pese a todo, esto es gracias a ti.

Alargó la mano y chocó su cerveza con la mía, pero yo no me moví, no podía hacerlo «no podía...»

Me quedé allí mirándolo fijamente, odiándolo y odiándome aún más a mí.

Me di cuenta de que me molestaba que me hubiera contado aquello, que trajera de golpe tantos recuerdos. Pero lo peor es que aún me hubiera molestado más que no lo hiciera, que se lo callara. Daba igual. Ninguna de las dos alternativas me satisfacía y estaba... teniendo serios problemas para fingir delante de él que no pasaba nada, que todo estaba bien.

— Jaehyun... —me miró con cautela.

—¿Cuándo es? — gruñí por lo bajo.

—La próxima semana.

—¿Estarás?

—Trabajo, no puedo.

—Voy a ir —No fue una pregunta, tampoco una sugerencia. Fue una decisión firme. Iba a estar ahí, tenía que hacerlo, verlo con mis propios ojos.

Kun dejó la cerveza encima de la barra.

—No puedes hacer eso. ¿Pretendes arruinarle el día? Yo solo quería contártelo porque estoy orgulloso y porque, mierda, porque sé que tú lo ayudaste, aun con todo lo demás... He pensado mucho en ello últimamente... — Se calló, como si no supiera cómo seguir.

—Me da igual lo que digas, iré.

Un músculo se tensó en su mandíbula.

—No vuelvas a arruinarlo todo otra vez.

El corazón me latía fuerte, rápido.

—Necesito un cigarrillo.

Salí a la terraza, Kun me siguió. Me encendí uno y le di una fumada profunda, intentando calmarme, aunque ya sabía que estaba lejos de conseguirlo. Porque aquello... me había desestabilizado. Imaginarlo, a él en una galería, delante de algo suyo...

—¿Por qué?

Yo no esperaba esa pregunta.

—Porque lo necesito... —me esforcé en razonar como una persona normal— Porque ha sido toda una vida, Kun, y no puedo no estar en un momento así. Porque... —«Lo sigo amando» Me tragué las palabras—Pero tienes razón, no le arruinaré la noche, no me acercaré a él. Intentaré que no me vea.

Kun se frotó la cara con las manos y resopló.

—Me lleva, Jaehyun. Odio esto. La situación. Todo.

Me mordí la lengua para no decirle lo que pensaba, porque él aún seguía siendo una parte de mi vida, por mucho que las cosas fueran diferentes; más frías, más tensas.

Apagué el cigarrillo, nos miramos. Vi en sus ojos la duda, la incertidumbre. Y supongo que él encontró en los míos determinación, porque terminó apartando la vista antes de quitarme un cigarro del paquete que sujetaba entre las manos. Y supe que, al menos, había ganado esa batalla. No me di cuenta de que fue una de las primeras veces que me enfrenté a algo de frente.

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