Me puse bastante nervioso cuando el profesor Lee Minhyuk me llamó al terminar la clase para concertar una hora de tutoría conmigo.Así que mientras aguardaba en la sala de espera, no podía dejar de mordisquearme la uña del menique, él abrió la puerta de su oficina un minuto después de la hora acordada y me sonrió, eso me relajó un poco.
Me había volcado tanto en los estudios que me aterrorizaba la idea de haber cometido algún error en el último examen, haber bajado la media o decepcionar a alguien.
Él ocupó su silla en cuanto me acomodé al otro lado de la mesa. Me mordí el labio para intentar contenerme, pero fue en vano.
—¿Qué es lo que he hecho? —solté inesperadamente.
Odiaba esa parte de mí, la impulsiva, la que me impedía gestionar bien las emociones, controlarlas y digerirlas poco a poco.
Ese lado un tanto oculto que tiempo atrás me hizo desnudarme una noche cualquiera delante de él, preguntándole por qué nunca se había fijado en mí. Por alguna razón, aquel recuerdo me asaltaba con frecuencia.
—No has hecho nada, Renjun, o sí, has hecho mucho y muy bien — Abrió una carpeta que estaba encima de la mesa. Sacó algunas fotografías en las que se veían obras mías.
—Te recomendé para la exposición que se celebrará dentro de un mes en Red Hill. Creo que serías el candidato perfecto, porque encajas con el perfil.
—¿Lo dice en serio? — parpadeé para no llorar.
—Será una gran oportunidad. Te lo has ganado.
—Es..., no sé qué decir, Sr. Lee.
—Un «gracias» bastará. Solo serán tres obras, pero es pertecto porque la exposición atraerá a bastantes visitantes. ¿Qué te parece?
— ¡Me parece que voy a gritar de la emoción!
El Sr. Lee se echó a reír y, tras comentar por encima algunos detalles, yo le di las gracias un millón de veces mientras me ponía en pie y tomaba mi maletín.
Cuando salí de la facultad, alcé la vista al cielo y respiré hondo, el viento era cálido y agradable. Pensé en mis padres, en lo orgullosos que estarían, en lo mucho que me habría gustado compartir ese éxito con ellos.., y luego busqué rápidamente el celular entre todos los utensilios que llevaba en el bolsillo pequeño de la cartera y marqué el número de Kun, esperé impaciente hasta que contestó al quinto tono.
—¿Estás sentado? —pregunté extasiado.
—Esto..., sí, bueno, en la cama, acostado. ¿Te sirve?
—Oh, carajo, ¡no me digas que estabas con Ten!
-Vale, suelta ya lo que ibas a contarme.
-Me seleccionaron..., voy a exponer... —Tomé aire — Solo tres obras, pero es..
—Carajo, Renjun —Hubo unos segundos de silencio y supe que mi hermano se había emocionado. Y que se levantaba de la cama, porque oí sus pasos antes de que recuperara el aliento.
— No tienes ni idea de lo orgulloso que estoy de ti. Enhorabuena, enano.
—Todo es gracias a ti... —susurré.
Y aunque él lo negó, sabía que era cierto.
Cuando todo se rompió tres años atrás, había estado unas semanas enfadado con mi hermano, casi sin dirigirle una palabra, así me comporté al principio, antes de comprender que él no tuvo la culpa. Kun no tomó la decisión, Kun no lo arruinó todo, Kun no eligió qué camino recorrer, pero yo por aquel entonces no quería verlo, no quería admitir que Jaehyun se desbordaba cada vez que algo resultaba excesivo para él, que a la mínima complicación tomaba un desvío y dejaba encima del armario las cosas que no podía controlar, que nunca terminaba de implicarse con nada ni nadie del todo.
Y quizá la culpa fue mía, por idealizarlo, Jaehyun no era ideal, como él mismo me había enseñado, había partes feas, de esas que todos deseamos rascar y pulir hasta hacerlas desaparecer, también zonas grises, virtudes que a veces pueden llegar a convertirse en defectos. Cosas que un día fueron blancas y que con el paso del tiempo terminaron oscureciéndose: los sueños, la valentía.
Sacudí la cabeza y giré en una esquina a la derecha.
Llamé al timbre, Jeno respondió y abrió,
cuando terminé de subir las escaleras, él ya estaba esperándome apoyado en el marco de la puerta. Llevaba el pelo despeinado y la camisa remangada; pensé que se estaba bastante guapo y sonreí antes de lanzarme sobre él y abrazarlo con fuerza.—Vaya entusiasmo... —bromeó.
—¡Voy a exponer tres obras! —grité.
—Carajo, cariño, no sabes cuánto me alegro...
Tragué saliva, con el rostro escondido junto a su cuello, odiando que hubiera dicho esa palabra que no me gustaba escuchar y que siempre le pedía que no usara.
«Cariño...» La seguía oyendo con la voz ronca de Jaehyun, esa voz cargada de deseo, de amor.
Abracé más fuerte a Jeno, obligándome a dejar de pensar en otra cosa que no fuera la buena noticia. Le di un beso en el cuello y subí hasta encontrar sus labios suaves. El cerró la puerta mientras yo le rodeaba la cintura con las piernas.
Nos movimos por su departamento hasta que me dejó caer en la cama. Lo miré mientras, de pie frente a mí, se desabrochaba la camisa.
—Vuelvo en un segundo —me dijo y, tras un par de minutos en los que oí ruido en la cocina, regresó con dos cervezas en la mano.
—Pensaba que tenía una botella de champán, pero no. Tendrá que servirnos esto.
—Esto es perfecto —Tomé el destapador y quité las corcholatas.
—Por ti —Nuestras cervezas tintinearon al chocar, —por tus sueños.
—Y por nosotros —añadí.
Jeno me miró agradecido antes de darle un trago a su cerveza y terminar de quitarse la camisa. Se acostó a mi lado en la cama, y me atrajo hacia él, me besó, me calmó, me llenó.
Enredé las piernas entre las suyas pensando que nada podría ser mejor...
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Lo que somos
RomanceHan pasado tres años desde la última vez que Renjun y Jaehyun se vieron. Ahora, Renjun está a punto de cumplir su sueño, y pese al pasado, Jaehyun necesita formar parte de un momento como ese. Cuando sus caminos vuelven a cruzarse, Renjun tiene que...