RENJUN

71 10 5
                                    



Jaehyun quiso supervisar él mismo todo el proceso de embalaje y transporte, así que el martes estuvimos desde primera hora de la mañana en el estudio acompañando a los trabajadores que envolvían los cuadros antes de bajarlos hasta la camioneta de mudanzas.

Yo agarré un poco del papel de burbujas que usaban para proteger las obras y me entretuve explotándolas entre los dedos mientras me comía una paleta de fresa.

Él se acercó tras hablar con uno de los hombres.

—¿Aburrido? — preguntó.

—No, pero no tengo nada que hacer.

—¿Quieres que comamos en la cafetería?

—De acuerdo — Me puse de pie y lo seguí hasta la calle.

Nos sentamos en la misma mesa que habíamos ocupado el día que lo dejé entrar en mi estudio por primera vez. Pedimos un par de sándwiches y refrescos.

— Pareces ausente — Jaehyun ladeó la cabeza.

—No es eso, solo es que... casi no parece real, tengo la sensación de que esto le está ocurriendo a otra persona y de que yo solo estoy aquí mirándolo todo como un espectador más. Déjalo, suena de locos — sacudí la cabeza.

—No, creo que lo entiendo. No lo has asimilado.

Nos miramos mientras nos servían la comida, yo rompí el contacto visual cuando tomé mi sándwich y le di una mordida, aunque no tenía demasiado apetito. Jaehyun pidió una porción de papas y cuando me preguntó si quería que las compartiéramos, negué con la cabeza porque, por tonto que pudiera parecer, ese acto tan pequeño me pareció íntimo y todavía me costaba un mundo levantar la vista y enfrentarme al chico que tenía delante, tampoco eso lo había asimilado.

Él, la exposición..., todo había llegado de golpe.

Me fijé en sus brazos dorados por el sol, en los dedos largos masculinos, en las uñas un poco mordidas, en la firmeza de cada uno de sus movimientos.

Me fijé en todo, en realidad, porque había algo en Jaehyun que atrapaba y yo me dedicaba a eso, a capturar pequeños gestos y emociones para después soltarlos de golpe y dejarlos ser.

Y él siempre era, de algún modo retorcido; estaba convencido de que cualquier artista hubiera podido crear una serie de cuadros tan solo observándolo con atención durante un rato.

Cuando acabamos de comer, Jaehyun subió una última vez al estudio para asegurarse de que no habían dejado nada. Se me formó un nudo en la garganta al ver aquel lugar tan vacío, sin todos esos cuadros que había ido amontonando porque nunca me había planteado qué hacer con ellos.

Después revisó que todo estuviera bien colocado en la camioneta y se despidió del hombre que la conducía tras repetirle por tercera vez que una tal Sam estaría esperando su llegada en la galería de Byron Bay.

—Estás un poco obsesionado, ¿no? — le pregunté cuando nos alejamos del vehículo caminando hacia mi residencia, donde habíamos quedado antes de ir al estudio.

— Quiero que todo salga bien— Me sonrió.

Y esa sonrisa despertó un cosquilleo que me acompañó mientras avanzábamos calle abajo en silencio. Por primera vez desde que nuestros caminos volvieron a cruzarse, no me incomodo la ausencia de palabras, fue un poco como antes, como cuando podíamos estar horas callados el uno junto al otro.

Cuando llegamos a mi habitación, Jaehyun tomó mi maleta. Lo seguí al tiempo que enumeraba todo lo que había metido para esos días que pasaría en Byron Bay, porque siempre tenía la sensación de que algo se me olvidaba.

—Carajo, ¿qué mierda metiste aquí? —gruñó tras subirla a la cajuela de su coche.

—Lo básico —Me acomodé en el asiento del copiloto.

—¿Lo básico? ¿Ropa, piedras y un cadáver?

Reprimí una sonrisa, reprendiéndome a mí mismo por aflojar las riendas tan pronto, pero es que Jaehyun tenía ese encanto que me hacía recordar por qué lo había echado de menos y olvidar todas las razones por las que lo había odiado tanto durante aquellos tres años.

Clavé la vista en la ventanilla del coche mientras dejábamos atrás el barrio de Brisbane en el que vivía. Era un día soleado de verano y el cielo azul y sin nubes nos acompañó durante todo el trayecto.

Casi habíamos salido de la ciudad cuando él encendió la radio, la melodía de «3 rounds and a sound» nos envolvió.

—Así que vas a dormir en un hostal... — dijo.

—Sí, la renta me salió bien de precio porque la dueña conoce a Kun.

—Podrías haberte quedado en casa de mi hermano — alzó un hombro con despreocupación.

—O en la mía.

La velocidad a la que giré la cabeza hacia él debió de ser una señal clara de lo mucho que me había perturbado ese comentario. Lo miré con detenimiento mientras conducía tranquilo con las manos en el volante y me pregunté cómo era posible que Jaehyun pudiera asimilar tan bien aquella situación, como si lo que habíamos vivido años atrás no hubiera significado nada para él.

Durante un segundo, solo uno, lo envidié, pero luego lo único que sentí fue pena, pena porque Jaehyun jamás moriría de amor por alguien; y , en cambio, en algún momento de mi vida yo lo había hecho y conocía muy bien esa sensación, que no podía compararse con nada más; el cosquilleo que nacía por apenas un roce, las pulsaciones que podía acelerar una sola sonrisa o que todo un mundo girara alrededor de un chico que, a mis ojos y a pesar de sus muchos defectos, fue perfecto.

Tiempo después me di cuenta de que quizá no era lo mejor para mí y para mantener a salvo a un corazón que me pedía un descanso a gritos y entonces me contuve.

Pero tenía conmigo aquel recuerdo, podía saber qué sentían dos personas locamente enamoradas con las que me cruzara por la calle un día cualquiera, y él... jamás conocería esa emoción, porque Jaehyun nunca amaría algo lo suficiente como para luchar por ello con uñas y dientes, pese a todo y contra todo.

—Renjun, ¿estás bien? No has contestado.

Me obligué a mirarlo, aunque me costó.

—Prefiero quedarme en el hostal, es más cómodo.

—¿Cómodo para quién? —alzó una ceja.

—Para mí —repliqué secamente.











Hi hi!

Les dejo nuevo capítulo, espero lo disfruten.

No se si ya se percataron, pero ya no se encuentra disponible la historia de «Formemos una familia » sentí como que no estaba teniendo mucha atención y pese a que me parece una linda historia, creo que no me estaba dando emoción adaptarla, disculpa enorme por no seguirla, pero de momento la dejaremos en el limbo...

Sin más, me despido.

Les mando vibras bonitas siempre 🌻

Lo que somos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora