Es curioso cómo el ser humano se acostumbra a las nuevas situaciones. Llevaba tan solo unos días en Byron Bay y tenía la sensación de que había pasado allí los últimos tres años, como si nunca me hubiera ido. Quizá era porque conocía cada calle demasiado bien. O porque, pese a todo, aquel lugar siempre sería mi hogar y no hay nada más confortable que el hogar.Aquella mañana no fui a la galería porque había quedado con el chico que quería hacerme una entrevista para el periódico local. Al principio me sentí tan nervioso que se ofreció a traerme un vaso de agua antes de hacerme la segunda pregunta, pero después, conforme me limité a responder lo que sentía, sin pensar, todo fluyó y resultó más sencillo de lo esperado.
Comí con Haechan y, por la tarde, me acerqué caminando hasta la cafetería de los Jeong, ese sitio que siempre había estado en mi vida. Allí había pasado largas tardes con mis padres o con Taeyeon cuando ellos tenían algo que hacer y me dejaban a su cuidado.
A pesar de la reforma que Doyoung había hecho al quedarse con el negocio, podía reconocer cada taza de aquel lugar.
Cuando llegué, todos estaban ya allí. Taeyong, los gemelos, Taeyeon y Baekhyun, no había ni rastro de Jaehyun. De repente me extrañó llevar todo el día sin verlo, y volví a pensar en la manera que tenemos de acostumbrarnos a todo, como esponjas. En su momento me costó un mundo dejar de echarlo de menos y en aquel instante, después de años de ausencia, me pareció raro no saber nada de él durante veinticuatro horas.
—Ven aquí —Doyoung me recibió con una sonrisa y jalo mi mano para guiarme hasta la mesa que había preparado. Estaba llena de pastelitos diminutos.
—Siéntate, hoy mandas tú.
—¿Yo? — Me eché a reír.
— ¡Lo dices como si tuviera un gran paladar!
El pequeño Junhan se sentó a mi lado y los demás se acomodaron alrededor de la mesa; me encantó estar allí con ellos, rodeado de esa familia que también era la mía y que había echado tanto de menos, porque a pesar de haberlos visto durante esos años, lo hacíamos de vez en cuando y nada era igual, no como estar allí, en Byron Bay.
—Prueba el hojaldre de naranja y chocolate.
—¡Lo estás agobiando, Doyoung! — Taeyong sonrió.
—Hijo, esto es... alucinante —Baekhyun se relamió.
Taeyeon puso los ojos en blanco antes de echarse a reír y negar con la cabeza. Me dirigió una mirada llena de ternura y yo noté que me picaba la nariz de tanta felicidad y me obligué a parpadear mientras tomaba uno de los pastelitos.
—¿Te gusta? —Doyoung parecía inquieto.
—Sabe increíble, de verdad. Todo es perfecto
Le eché otro vistazo a la mesa llena de platos.
—Creo que será la exposición más genial del mundo.
Mi sonrisa se tambaleó un poco cuando miré hacia la puerta de la cafetería y comprobé que seguía cerrada. Sacudí la cabeza. Quizá Jaehyun tenía cosas que hacer. Quizá ni siquiera se le había pasado por la cabeza acudir a una reunión que no dejaba de ser más familiar que profesional, por mucho que fuéramos a servir aquel menú en la galería.
—¿Sabes, ya uso una tabla más pequeña — me dijo Jisung orgulloso.
—¿En serio? ¿Desde cuándo? — pregunté.
—¡Desde hace un mes! ¡Y yo también! —añadió su hermano Junhan.
Le revolví el pelo y el chiquillo gruñó en respuesta antes de darle un trago a su malteada de chocolate. Yo lo imité; estaba delicioso.

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Lo que somos
RomantizmHan pasado tres años desde la última vez que Renjun y Jaehyun se vieron. Ahora, Renjun está a punto de cumplir su sueño, y pese al pasado, Jaehyun necesita formar parte de un momento como ese. Cuando sus caminos vuelven a cruzarse, Renjun tiene que...