(Verano Australia)
Jaehyun
En teoría, mi madre me quería, en teoría, porque verla escupir fuego por los ojos no era lo que entendía como una expresión de amor y sin embargo, ahí estaba, mirándome de una forma que podria haber hecho que el mismísimo infierno se congelara en tres segundos. Por suerte para mí, papá la retenía pasándole un brazo por los hombros, en un gesto que pretendía parecer despreocupado, aunque en realidad desprendía cierta rigidez.
—¿Cómo se te pasó por la cabeza semejante idea? ¿Presentarte en la exposición del chiquillo así, de repente?
Intenté mantener la calma, porque odie como pronunció ese «chiquillo», cuando para mí estaba muy lejos de serlo.
—¡Nos vamos de viaje y cuando volvemos me encuentro con esta situación! ¡No se les puede dejar solos!
Golpeé mi plato vacío con el índice.
—¿Hay algún refresco en el refrigerador?
—¡Jaehyun, maldito seas! — gritó ella.
Para mi desgracia, me siguió cuando me levanté y abandoné el comedor.
Era un domingo, mis padres habían regresado el día anterior y por eso decidimos reunirnos para comer como en los viejos tiempos. No estábamos sacándole brillo al concepto familiar, no.
Suspiré hondo, abrí el refrigerador y volví a cerrarlo cuando no encontré nada que me interesara. Mi madre estaba ahí, tras la puerta, mirándome con nerviosismo.
—Cálmate — le pedí.
—No pasó nada malo.
—Pero Renjun dijo... que vas a representarlo...
El aeropuerto más cercano era el de Brisbane y, cada vez que iban o volvían de algún viaje, mis padres solían aprovechar la ocasión para quedar con él y verlo un rato.
—Sí, ¿cuál es el problema?
—Después de lo que hiciste...
Mierda, eso dolió. Supongo que los años siempre dan una perspectiva diferente y lo que entonces me parecía algo prohibido o malo después adquirió nuevos matices. Dejé de verlo de esa manera. Y si hubiera podido ir atrás en el tiempo..., bueno, esa última noche en la que Renjun y yo nos vimos tendría un final muy diferente, lo habría besado antes de tomarlo en brazos y llevarlo hasta mi cama para hacerle el amor y hablar de nuestros planes de futuro, de mantener una relación a distancia hasta que él terminara la universidad.
Kun lo hubiera entendido con el tiempo, como hizo después, cuando se alejó y los meses y los años calmaron la situación, y lo mismo en cuanto a mi familia.
Solo tendría que haberme mantenido firme y arriesgarme por lo que quería, y lo que quería era a él, de una forma casi irracional, pero no había hecho nada de todo eso, tan solo era una realidad paralela que jamás existiría porque me había limitado a no mover un solo dedo mientras Renjun salía de mi vida. Él había luchado, me había buscado viniendo a mi casa de madrugada, había intentado convencerme de que lo nuestro valía la pena, había llorado delante de mí sin esconderse ni molestarse en limpiarse las lágrimas, y yo... nada. Así era siempre, nada; quedarme quieto sin dar un paso hacia delante, tampoco hacía atrás. Asi de anclado me sentía en medio de ninguna parte, atado por mí mismo.
—No hice nada malo —repliqué.
—¡Presentarte allí sin avisar!
La agarré del brazo antes de que siguiera parloteando sin cesar, mi madre enmudeció.
—No hice nada malo. Antes, hace tres años.
—Jaehyun... — Me miró con una mezcla de ternura y decepción.
—Lo que ocurrió no estuvo bien. Renjun era solo un niño y acababa de pasar por una situación muy complicada.
Noté la mandíbula tensa. Respiré hondo.
—No tienes ni idea de todo lo que vivimos mientras estuvo en mi casa. Es fácil juzgar las cosas desde fuera sin molestarte en intentar entenderlo. Yo simplemente... me enamoré. Nunca pensé que fuera a ocurrir, pero pasó. Y lo que tuvimos fue real.
Me aparté de golpe. Nunca le había hablado así a mi madre, porque normalmente con ella me pasaba el día bromeando, refunfuñando o siendo irónico. Ni siquiera después de lo que ocurrió le había dicho ni media palabra; ella se dedicó a gritarme y yo aguanté el mal trago porque pensaba que me lo merecía.
—Jaehyun, cielo... — Dejé que mi madre me abrazara.
Doyoung y los gemelos entraron en la cocina antes de que pudiéramos seguir hablando, cosa que en parte agradecí, porque no estaba muy familiarizado con la idea de decir en voz alta lo que sentía y, al hacerlo, era como si me vaciara por dentro de golpe.
Al final saqué una cerveza del refrigerador y regresé a la sala. Mi padre estaba sentado al lado de Taeyong viendo la sección de deportes en las noticias. Me miró. Parecía contento.
—¿Qué pasa, compadre? ¿Cómo va la vida?
—Se hace lo que se puede — contesté.
—Paz y amor, hijo. Paz y amor.
Sonreí. Sonreí de verdad.

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Lo que somos
RomansaHan pasado tres años desde la última vez que Renjun y Jaehyun se vieron. Ahora, Renjun está a punto de cumplir su sueño, y pese al pasado, Jaehyun necesita formar parte de un momento como ese. Cuando sus caminos vuelven a cruzarse, Renjun tiene que...