No era mi intención cruzarme con él, pero lo vi en cuanto entré en la galería. Me quedé sin aire, como si acabaran de darme un golpe en el estómago.Renjun estaba de espaldas. Pensé en las veces que lo había besado en la nuca antes de abrazarlo mientras hacíamos la cena en la cocina; o en la terraza, cuando me acercaba a él por detrás.
Me fijé en su hermoso cabello el cual llevaba recogido en una mini coleta apretada, aunque algunos mechones suaves ya se habían desprendido del gel y los pasadores que los sujetaban.
Y entonces, como si pudiera sentirme, se dio la vuelta, lo hizo despacio, muy despacio. Me quedé quieto en medio de la sala, sus ojos tropezaron con los míos. Nos contemplamos en silencio y yo sentí que todo desaparecía a nuestro alrededor: las voces, la gente, el mundo; luego di un paso al frente, casi sin darme cuenta, como si algo me jalara hacía él, otro paso más y otro más, hasta que lo tuve delante, Renjun no apartó su mirada de mí en ningún momento; una mirada desafiante, peligrosa, dura.
Contuve el aliento, tenía un nudo en la garganta. Quería decir algo, carajo, cualquier cosa, pero ¿qué se le dice a la única persona que te lo hizo sentir todo antes de que tú le destrozaras el corazón? No encontraba las palabras, solo podía mirarlo y mirarlo como si fuera a desaparecer de un momento a otro y necesitara retener esa imagen lo más nítida posible en mi cabeza; me fijé en la curva de su cuello, en sus manos temblorosas, en su boca, esa boca.
Justo cuando encontré el valor para intentar que me saliera la voz, la persona que estaba a su lado se volteó de repente y tomó a
Renjun del brazo con firmeza.—Ven, tengo que presentarte a unas personas.
Él me lanzó una última mirada penetrante antes de alejarse hacia el otro extremo de la sala. Yo casi agradecí la interrupción porque... necesitaba recomponerme, ¡mierda!, todo había salido al revés.
Me moví inquieto, echándole un vistazo a algunos cuadros mientras intentaba tranquilizarme.
Avancé hasta la siguiente sala, había potencial bajo aquel techo, en unas obras más que en otras. Me concentré en eso, en analizarlas para no pensar en él, en que lo tenía apenas a unos pasos de distancia y en que no estaba muy seguro de qué decirle.
Frené en seco cuando los vi. No me hizo falta acercarme para leer el nombre y saber que eran los de Renjun, porque podría haber reconocido sus trazos en cualquier lugar. No sé cuánto tiempo estuve allí quieto mirando esos tres cuadros, pero cuando sentí su presencia a mi lado, me estremecí y tomé una bocanada brusca de aire.
—Amor — susurré el nombre de la composición y me resultó irónico que esa fuera la primera palabra que terminara diciéndole después de tres largos años de ausencia.
—El dolor. La nostalgia. La esperanza.
Los dos mantuvimos la mirada fija en las obras.
—Muy intuitivo —susurró en voz baja, apenas una caricia.
Sentí una presión en el pecho y me llevé una mano allí. Parpadeé. No recordaba haber llorado en toda mi vida. Sí tener las emociones ahí, a flor de piel, a punto de desbordarse, aunque siempre conseguía controlarlas. Pero aquella noche, delante de ese «Amor» que un día fue nuestro, lloré. Una lágrima, en silencio, y no fue de tristeza, sino todo lo contrario. Le dije con la voz ronca:
—Estoy orgulloso de ti, Renjun.

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Lo que somos
RomanceHan pasado tres años desde la última vez que Renjun y Jaehyun se vieron. Ahora, Renjun está a punto de cumplir su sueño, y pese al pasado, Jaehyun necesita formar parte de un momento como ese. Cuando sus caminos vuelven a cruzarse, Renjun tiene que...