JAEHYUN

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Contención, no era la primera vez que esa palabra me sacudía mientras él estaba cerca, porque me había contenido años atrás, cuando empecé a sentir algo por él; pensaba que estaba mal, que no era correcto, que no podía permitirme que ocurriera nada entre nosotros, pero falle, porque caí hasta el fondo y porque lo de reprimir mis deseos más primarios no era algo que se me diera tan bien como me hubiera gustado.

Volvía a sentirme en esa misma situación, «contenido» sin poder dejar de darle vueltas al hecho de que él había rehecho su vida, que tenía a otra persona, que había dejado lo nuestro atrás. Fue como viajar al pasado, a esas sensaciones olvidadas: la de tenerlo cerca y morirme por tocarlo a pesar de no poder hacerlo, la de tragarme las palabras, el deseo y las ganas.

Conduje un rato más sin decir nada, concentrado en la carretera.

Los árboles frondosos bordeaban el asfalto y tenía la extraña sensación de que cada kilómetro que dejábamos atrás me acercaba más a él, como si regresásemos a casa. Y en parte, así era; aunque solo fuera de forma temporal. Lo miré de reojo. Tenía la cabeza apoyada en el asiento y contemplaba el paisaje borroso a través de la ventanilla.

—Te recordaba más hablador.

—¿En serio? —alzó las cejas.

—Sin contar el año en el que dejaste de hacerlo, claro.

—Muy gracioso — masculló, y luego volvió a girarse.

—¿De verdad no tienes nada que contarme? ¿No has hecho ninguna cosa interesante durante estos tres años? — insistí, porque, como siempre, prefería su mal humor y sus réplicas cortantes antes que sus silencios. Porque los silencios de Renjun... eran peligrosos.

Él arrugó la nariz y fijó la vista al frente.

—He pintado. He estudiado. He salido.

—Tantos detalles me abruman. ¿Por qué no me cuentas algo de ti?

—No he hecho gran cosa, la verdad.

— Cambiaste de trabajo, ¿no?

—Sigo ilustrando, pero elijo mejor los trabajos que acepto. El resto del tiempo lo dedico a la galería, aunque no tengo un horario fijo —aclaré.

—¿Como terminaste allí? — preguntó.

—¿De verdad quieres conocer la historia?

Renjun asintió y cruzó las piernas con lentitud, yo desvié la mirada de la carretera un segundo. Pensé que, si ese gesto lo hubiera hecho tres años atrás, en aquel momento mi mano ya estaría entre sus muslos, aunque solo fuera para oírlo reír antes de que me apartara. Suspiré hondo.

—El último fin de año bebí más de lo que me gustaría tener que reconocer. Estaba solo. Mi hermano, Taeyong y los niños se habían ido a celebrarlo con unos amigos, mis padres estaban en la otra punta del mundo y a mí no me daban ganas de ver a nadie más, así que me fui a cenar al restaurante más caro que conocía...

—Eso es triste — me interrumpió Renjun.

—¿Por qué?

—Pudiste haber llamado a Kun.

— Entonces seguía sin hablarme con él, pero esa no es la cuestión, Renjun. Podría haber salido con algunos amigos si hubiera querido, pero no tenía ganas, Así que cené solo. Y cené bien.
¿Recuerdas cuando hablábamos de ser conscientes del momento y de disfrutarlo? Pues eso hice. Después me acerqué al paseo de la playa y pedí un par de copas. No me di cuenta de que había bebido más de la cuenta hasta que un tipo se sentó a mi lado y empezó a hablarme. Me comentó que su familia vivía en Francia y que también estaba pasando la noche solo porque había tenido que quedarse por asuntos de trabajo. Y adivina dónde trabajaba...

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