Le di un trago al segundo té de tila del día, pero no parecía surtir mucho efecto, porque seguía estando muy nervioso.Faltaban aún varias horas para la inauguración de la exposición y no dejaba de pensar en todas las cosas que podían salir mal: críticas destructivas, miradas de indiferencia, tropezar con mis propios pies y caerme en medio de la galería...
El teléfono sonó. Era un mensaje de Haechan dándome ánimos. Después de saber que la chica que llevaba al bebé de Mark y Hae, no se encontraba muy bien durante esas primeras semanas de embarazo, les había prohibido venir. Y no solo a ellos, también a Doyoung y a Taeyong, que habían sugerido dejar a los gemelos con una vecina para escaparse un rato; les aseguré que no era necesario.
También intenté calmar a Kun, que le pidió otro día libre a su jefe y, después de haberle concedido uno por mi cumpleaños, no cedió.
Volví a pensar en mis padres... En que ojalá estuvieran...
Respiré hondo y fui al diminuto cuarto de baño para peinarme. Me habia vestido casi a media tarde, poco antes de maquillarme un poco.
Volví al dormitorio, removí el resto del té y me lo terminé de un trago justo cuando llamaban a la puerta.
Lo abracé con tanta fuerza que temí hacerle daño.
—¡Estoy tan nervioso! —Alcé una mano delante de él— Mira, tiemblo.
Jeno se echó a reír, me agarró esa mano y me obligó a dar una vuelta completa.
—No seas exagerado. Estás precioso. Todo saldrá bien.
—¿Tú crees? Porque tengo ganas de vomitar.
—¿Es una broma o de verdad quieres que te sujete el pelo cuando estés vomitando?
—No lo sé. Tengo el estómago revuelto.
Me tranquilicé pasado un rato en el que Jeno me hizo conversación a propósito, contándome las tonterías que hacía constantemente su compañero de proyecto, como aparecer en pijama a trabajar o meterse un lápiz por la nariz porque decía que eso despertaba su creatividad.
Cuando quise darme cuenta, estaba riéndome y era casi la hora de irnos. Me puse de pie con lentitud y busqué mi bolso por la habitación.
—Seguro que olvido algo importante.
—Siempre dices eso y nunca pasa.
—Pero.. —Miré ansioso a mi alrededor.
—Tenemos que irnos, Renjun. Vamos.
Asentí, aún intranquilo, y lo seguí mientras bajábamos las escaleras y salíamos a la calle.
La galería no quedaba lejos. Caminamos tomados de la mano, en silencio, juntos. Sabía que él estaría a mi lado aquella noche, también algunos amigos que se acercarían más tarde y Lee Minyhuk, mi profesor. Me calmé un poco.
El local era pequeño, porque no era una de las grandes galerías de la ciudad, pero a mí me pareció el mejor lugar del mundo. Tenía el tejado a dos aguas, un letrero verde con el nombre y la fachada pintada de color granate.
Todavía no estaba abierto al público, así que nuestros pasos resonaron con fuerza en la duela de madera cuando avanzamos hasta la primera sala, de la que provenían las voces.
El profesor ya estaba allí. Me sonrió antes de presentarme al director de la galería y a otras personas que colaboraban con la exposición, incluidos varios artistas.Intenté relajarme y acepté la copa que nos tendieron a mí y a Jeno. Durante la siguiente media hora charlamos con los demás y paseamos por las estancias aún vacías de asistentes contemplando las obras que colgaban de las paredes. Cuando llegamos al rincón en el que estaban las mías, me estremecí. Busqué la mano de Jeno y la apreté entre mis dedos.
Había discutido mucho con Minyhuk sobre qué tres cuadros elegir. No fue fácil, porque se me metió una idea en la cabeza y a él le costó entender la importancia que tenía para mí. Al alzar la mirada hacia esa pared vestida con mis cuadros, por primera vez me sentí orgulloso de mí mismo. Noté que me temblaban las rodillas.
El primero estaba pintado solo con colores oscuros. «Una noche cerrada. Un corazón destrozado, la angustia, la incomprensión,
el miedo»El segundo era agridulce, con algunos trazos luminosos y llenos de intención, pero otros más apagados, como si el propio lienzo los consumiera. «La nostalgia».
El tercero era luz, pero una luz real, con sus sombras. «La esperanza».
No tenían títulos individuales. Llamé Amor al conjunto de los tres.
Miré a Jeno de reojo y me pregunté si entendería el significado que escondían.
Una vez, cuando todavía éramos solo amigos, le había pedido que me dijera qué veía en una lámina que le enseñé y fue incapaz de escarbar entre las líneas enredadas. Yo no lo culpaba, porque entendía que no tenían el mismo sentido para alguien que lo veía desde fuera. Porque no podía sentir de la misma manera esas líneas; quizá de un modo diferente, sí, pero no igual.
Empezaron a llegar algunos visitantes. Yo me sentí más tranquilo conforme las salas se fueron llenando y las voces se alzaron a mi alrededor. Mis amigos aparecieron un poco después y Jeno me dejó a solas con el profesor Lee para que habláramos mientras él los acompañaba a la sala contigua.
—Ya preguntaron dos personas por ellos.
—¿De verdad? ¿Quién puede querer...?
—¿Tener algo tuyo?— Minyhuk me interrumpió—Ya lo irás asimilando.
Me froté las manos, nervioso, cuando el ayudante del director de la galería se acercó a nosotros y entabló conversación con mi profesor. Me quedé allí, entre ellos dos, sin saber muy bien qué decir ni qué hacer. No me atrevía a ir a la otra sala para ver las reacciones de los visitantes mirando mis cuadros; me daba pavor.
Respiré hondo, porque lo peor ya habia pasado.
Y entonces lo sentí. No sé cómo. En la piel. En el cuerpo. En el corazón. ¿Cuántos latidos hacen falta para reconocer a una persona? En mi caso, fueron necesarios seis. Dos en los que estuve paralizado, ese instante en el que el mundo parece quedarse en un completo silencio de repente. Otros tres para decidirme a darme la vuelta, porque me daba terror hacerlo. Y uno..., solo uno para tropezarme con esos ojos que iban a perseguirme toda la vida.
Después no me moví. No pude hacerlo.
Nuestras miradas se enredaron lentamente.
Y fue vértigo, como caer al vacío de golpe.

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Lo que somos
Storie d'amoreHan pasado tres años desde la última vez que Renjun y Jaehyun se vieron. Ahora, Renjun está a punto de cumplir su sueño, y pese al pasado, Jaehyun necesita formar parte de un momento como ese. Cuando sus caminos vuelven a cruzarse, Renjun tiene que...