Me llevé el teléfono a la oreja aún sorprendido.—¿Aceptó? —pregunté otra vez.
—No exactamente. Quiere hablarlo. Es un paso.
— Kun —Tomé aire, nervioso porque una parte de mí ya se había hecho a la idea de que su silencio era un «no» y la otra parte, bueno, había hecho grandes esfuerzos durante las últimas semanas para no agarrar el coche y plantarme delante de la puerta de su residencia con la amenaza de no marcharme hasta que consiguiera lo que quería.
—Gracias por esto.
Hubo un silencio tenso al otro lado de la línea.
—Me dio la dirección de una cafetería para que se reunan allí el próximo lunes a media tarde. ¿Tienes a mano un papel y una pluma? Pues apunta.
Anoté lo que me dictó mientras sujetaba el teléfono entre el hombro y la oreja, preguntándome por qué Renjun había decidido usar a su hermano como intermediario. Y entonces pensé..., pensé que quizá había eliminado mi número de la agenda. Puede que un día lo hiciera, enfadado, apretando el botón con rabia, como cuando quieres borrar para siempre de tu vida algo que has dejado atrás al pasar a una nueva etapa.
—Entonces, el lunes a las cinco —repetí.
—Sí. Una cosa, Jaehyun..., sé delicado. Sé como tú nunca eres.
Yo puse los ojos en blanco y agradecí que no pudiera verme.
—Solo limítate a la pintura.
—Kun, tranquilo — dije, y él resopló.
—Qué fácil es decirlo. Qué jodido sentirlo.
—Renjun es adulto, mierda. Tiene veintitrés años, creo que podrá mantener una conversación normal conmigo en una cafetería.
Irónicamente, yo no estaba muy seguro de poder conseguirlo, teniendo en cuenta que en la galería apenas me habían salido las palabras. Sin embargo, quería tranquilizar a Kun, que esto no hiciera que nuestra relación fuera aún más tensa e incómoda; porque a veces parecía que estábamos bien, como siempre, y al minuto siguiente me sentía como si fuéramos dos extraños.
Estaba a punto de colgar cuando él añadió:
—Jaehyun, una cosa más...
—Dime —Tomé aire.
—No hagas que me arrepienta de esto.
Valoré la leve súplica que escondían sus palabras preguntándome qué sentiría él, porque parecía dispuesto a dejar que me acercase de nuevo a Renjun, pero también se mostraba reacio.
No llegué a contestar, porque Kun se despidió rápidamente.
Me quedé unos segundos aún con el teléfono en la mano, mirando por la ventana cómo el viento sacudía los árboles que crecían alrededor de la cabaña, sin dejar de pensar en él, en que lo vería en apenas unos días y en que no estaba muy seguro de qué esperar y eso me jodía.
La incertidumbre cuando se trataba de ese chico al que había visto crecer, con el que lo había compartido todo después: mi casa, mi vida, mi corazón.
¿Y qué pasaba con todo eso?
Porque las personas van y vienen todo el tiempo, cierran y abren puertas por las que entran o se van. Ocurre a menudo. Alguien sale de tu mundo o no vuelve a responder el teléfono más, pero ¿qué pasa con todo lo que no puede llevarse? Los recuerdos, los sentimientos, los instantes...
¿Pueden desaparecer y convertirse en polvo? ¿Dónde permanecen?
Quizá se queden más en los brazos de uno que de otro.
Quizá en mi caso yo me había quedado con todas esas pertenencias invisibles, una maleta enorme y llena, pero él había conseguido seguir caminando sin llevar una carga pesada en su espalda.
Tomé un cigarro y salí a la terraza. Lo encendí y me lo fumé despacio, en el silencio de la noche. Uno de esos recuerdos que siempre llevaba conmigo me sacudió mientras el humo se perdía en la oscuridad.
Las notas de esa canción se arremolinaron a mi alrededor y volví a escuchar «The night we met » mientras bailaba con Renjun pegado a mi cuerpo, justo antes de besarlo y cruzar esa línea que lo cambió todo.
Cerré los ojos y suspiré hondo.

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Lo que somos
RomanceHan pasado tres años desde la última vez que Renjun y Jaehyun se vieron. Ahora, Renjun está a punto de cumplir su sueño, y pese al pasado, Jaehyun necesita formar parte de un momento como ese. Cuando sus caminos vuelven a cruzarse, Renjun tiene que...