RENJUN

28 8 0
                                    



—¿Estás contento? ¿Era lo que esperabas?—Asentí mientras salía del aula con Lee  Minhyuk.

Los pasillos estaban llenos de alumnos a última hora del viernes y yo había acudido a la universidad para hablar con mi profesor sobre las prácticas que debería hacer el próximo curso.

—La verdad es que no esperaba nada concreto —admití tras un minuto de silencio dándole vueltas a su pregunta.

—Así que supongo que cualquier cosa me basta. Estoy... a la expectativa. Sí, creo que esa es la palabra.

—Es bueno probar cosas para saber qué queremos y qué no.

Había empezado a chispear.

— El mundo del arte es difícil, ya lo sabes, creo que el secreto consiste en encontrar tu hueco, ese en el que te sientas cómodo. Y en cuanto a las prácticas, piénsatelo, las dos opciones son buenas, pero es una decisión tuya, Renjun.

—Lo sé, intentaré decirte algo pronto.

Nos despedimos y fui hacia la puerta principal del campus bajo la lluvia, que cada vez caía con más intensidad. Protegí el maletín abrazándolo contra el pecho al recordar que llevaba dentro un par de láminas que quería conservar intactas y maldije en voz baja por haber olvidado el paraguas, aun sabiendo que las tormentas de verano eran frecuentes. Gemí al meter el pie en un charco y me volví al oír a mi lado una risa ronca y familiar.

—¿Jaehyun? — entrecerré los ojos.

—Vamos, tengo el coche cerca.

—¿Qué haces aquí? — Lo seguí.

—Me dijiste que te reunías hoy con el profesor Lee.

Habíamos intercambiado un par de mensajes dos días antes y, no sé por qué, tuve el impulso de hablarle de las prácticas y de las dudas que tenía, porque ninguna de las dos opciones me convencía del todo y sabía que Jaehyun podría entenderlo.

—He venido a hacer unos encargos. Y a hablar contigo.

No se me pasó por alto su mirada inquieta.

Subimos al coche y, mientras se incorporaba a la calzada, contemplé el movimiento del parabrisas.

—¿Qué querías hablar? —pregunté.

—Es algo delicado. ¿Podemos esperar?

—Jeno pasará a recogerme a la residencia en media hora.

Tragué saliva mientras contemplaba su perfil.

—Me estás asustando, ¿debería preocuparme?

—No, no es nada malo. Al contrario.

Se quedó en silencio hasta que paró delante de mi edificio. Quitó las llaves del contacto y la lluvia repiqueteó con fuerza contra el cristal y se quedó allí cubriéndolo todo. Pensé que sería bonito pintar algo así: borroso, difuso, caótico.

Jaehyun respiró hondo mientras me miraba.

—Hace unos días me llamó Mino porque estaba interesado en un proyecto relacionado contigo. Necesita a una persona joven, menor de veinticinco años, para cubrir una beca y participar en algunas exposiciones junto a otros artistas de diferentes países. Es una gran oportunidad y la beca cubre todos los gastos, incluida la estancia y un estudio...

—Pero yo ya tengo un estudio — dije.

—El proyecto es en París.

—¿Estás bromeando? —repliqué.

—No. Renjun, escúchame...

—¡Es de locos! ¡No puedo irme!

—¿Por qué? —preguntó.

Lo que somos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora