RENJUN

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El teléfono vibró. Dejé el pincel a un lado y me estremecí en cuanto vi su nombre en la pantalla, entonces leí el mensaje, la amenaza implícita en esas palabras que parecían casuales, pero que no lo eran.

Suspiré hondo.

Era un viernes por la noche y yo seguía en mi estudio pintando algo a lo que ni siquiera sabía ponerle nombre, porque tan solo eran trazos temblorosos, una explosión de colores intensos, un grito contenido en un lienzo.

Valoré mis opciones, porque una parte de mí todavía se negaba a permitir que Jaehyun irrumpiera en mi nueva vida y era consciente de que, en cuanto firmara esos papeles, él se colaría sin remedio.

Pero tampoco podía dar un paso atrás...

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