Capítulo 8

643 102 19
                                    

Cuando Weiying despertó, se encontró con los rostros llorosos de Jingyi y Jinling sobre él.

–¿Qué…qué pasó?

–¡AAAAHHHH! –gritaron sus hermanos a la vez que se lanzaban sobre él para abrazarlo.

–Hasta que despiertas, inútil. –dijo Jiang Cheng.

Weiying aún estaba desconcertado.

–A-Cheng sigo sin entender qué pasa. –dijo mientras se acomodaba para sentarse– Ah, me siento muy mareado.

–Pues claro, llevas sin comer todo un día.

–¿Ah? ¿He estado durmiendo durante todo un día?

En ese momento entraron a la habitación sus padres junto con Wenning, no habían notado en qué momento Jingyi se había salido para avisarles a los demás que ya había despertado.

–¡Hijo mío! Nos tenías tan preocupados –exclamó su madre.

–¿Cómo te sientes A-Xian? –preguntó su padre.

–Bien. Solo un poco mareado y débil.

–Es normal. No has comido. –dijo Wenning– Toma. Preparé esto desde ayer para ti, pero como no despertaste, la mantuve caliente para que la pudieras comer en cuanto abrieras los ojos. ––Wenning acomodó una mesita sobre las piernas de Weiying. La mesita contenía un tazón de sopa de costillas con raíz de loto y una tetera con té de jazmín.

–Hermano, eres genial. Muchas Gracias.

Weiying comenzó inmediatamente a comer, feliz de tener su platillo favorito.

–¿Qué es lo último que recuerdas? –preguntó seriamente Jiang Cheng.

–Mmm, recuerdo que estábamos en la residencia de los Lan y yo me quedé a dar un paseo por el jardín.

–¿Nada más?

Weiying se quedó unos segundos en silencio para hacer memoria.

–Sí, bueno, recuerdo que en algún momento sentí un olor delicioso y lo seguí. La verdad ni siquiera yo sabía bien qué estaba haciendo. Solo recuerdo un calor extraño en mi cuerpo y mi corazón latiendo con fuerza, pero de ahí no recuerdo más.

El señor Fengmian se llevó una mano a la frente y suspiró. La señora Yu se levantó dando un grito, mientras la expresión de Jiang Cheng se volvía sombría.

–¿Hay algo que no me están diciendo?

–¿Y también recuerdas esto? –dijo Jiang Cheng mostrando uno de los jarrones de la Sonrisa del Emperador que le había regalado Ling Wen.

–Ah sí, pero no creo que haya sido eso lo que me puso mal. Yo tengo una excelente resistencia al alcohol y lo saben. De hecho, me empecé a sentir mal antes de beber si quiera un sorbo, y si bebí un poco de licor fue para ver si me relajaba. Me sentía muy ansioso.

–A-Xian ¿tomaste tus supresores cómo es debido? –preguntó el señor Fengmian.

De repente un pánico comenzó a invadir a Weiying.

–Creo que ese día no los tomé…

–Ay no. Esto es demasiado para mis nervios. –dijo la señora Yu mientras sobaba sus sienes.

–¿Qué sucedió? ¿Por qué se ponen así? –Weiying ya estaba muy nervioso.

Finalmente, Jiang Cheng habló:

Orgullo y Prejuicio. Versión MDZSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora