Capítulo 19

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Después de que Weiying se había ido. Jiang Cheng y Guangyao habían salido a la terraza de la habitación, pues el ojivioleta ya estaba harto de estar en cama. Comenzaron a platicar y hasta pidieron té para estar más a gusto.

Primero, Jiang Cheng le contó las razones por las cuáles estaban ahí y de su travesía a caballo bajo esa tormenta de granizo.

—Amo a tu madre —dijo Guangyao entre risas— Qué mujer tan decidida. Nada la detiene.

—Hey, te recuerdo que mi madre está casada.

—Qué afortunado tu padre.

Jiang Cheng le lanzó una mirada amenazadora y luego dijo seriamente:

—No sé si padre opine lo mismo.

—Jajajajajaja

—Jajajajajaja

—Si tu madre se entera de que me estoy riendo de ella contigo. Me matará.

—No te preocupes, no le diré. Ahora es tu turno de platicarme qué carajos pasó para que Weiying regresara todo enojado

El Jin comenzó a contarle todo, mientras veía como la expresión del ojivioleta pasaba de neutral a asombro.

—Y eso fue lo qué pasó —dijo Guangyao al finalizar su relato.

—Vaya —Jiang Cheng tomó un  sorbo de su té— Eso estuvo fuerte. Prácticamente Wangji le dijo a mi hermano que él no era perfecto para él. Lo que me sorprende es que a Weiying le haya afectado eso.

—Creo que entre esos dos pasa algo más.

—No lo creo. Aunque confieso que ya estaba considerando la posibilidad de que algo más pasara entre ellos, con esto me convenzo de que no. Son demasiado incompatibles.

—En verdad, ustedes los Jiang tienen un enorme defecto. Son demasiado ciegos para estas cosas. No ven lo importante.

Jiang Cheng enarcó una ceja— ¿Sabes cosas?

Guangyao le dio una mirada siniestra— Yo siempre sé cosas.

Ambos se rieron y no escucharon que habían tocado la puerta. Era Xichen, quien al no recibir respuesta y escuchar las risas decidió entrar sin más.

Cuando vio a Jiang Cheng reír con Guangyao, sintió una mezcla de emociones. Por una parte se quedó hipnotizado por la risa del ojivioleta, pues nunca lo había escuchado reír así; pero por otra parte sintió celos de su hermano jurado, celos porque su Jiang Wanyin reía con otro alfa y no con él.

En medio de las risas, Guangyao miró hacia el interior de la habitación y se dio cuenta de la presencia del Jade.

—¡Hermano! ¿Cuánto tiempo llevas ahí?

Jiang Cheng, quien estaba de espaldas, se sorprendió y volteó a verlo.

—Acabo de entrar. Disculpen la intrusión, toqué pero no recibí respuesta y luego escuché sus risas. ¿De qué hablaban?

El Jin y el Jiang se miraron mutuamente y se quedaron dubitativos.

—¿Son cosas que no me pueden decir? —Xichen sonrió pero en el fondo sintió otra punzada de celos.

—Hablábamos de Wei Wuxian y sus locuras —le dijo el Jin.

—Xichen, ¿Por qué no nos acompañas? —Jiang Cheng se levantó de golpe y se se tambaleó por el mareo. Como Guangyao se encontraba más cerca, lo tomó de la cintura para sostenerlo.

—¿Estás bien? —dijeron ambos alfas.

—Sí, solo fue un pequeño mareo.

Guangyao ayudó al ojivioleta a sentarse de nuevo— Aún estás débil. Déjame revisarte.

Orgullo y Prejuicio. Versión MDZSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora