Capítulo 27

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Residencia Baihua. Día 5.

Los hermanos Jiang se despertaron con dificultad aquella mañana, pues los Jades habían invadido sus pensamientos durante toda la noche.

—Te ves terrible —le dijo Jiang Cheng a su hermano al verlo— ¿Qué te pasó?

—¿Cómo te atreves a decir que me veo terrible? —Weiying hizo un puchero— ¿Acaso no te viste en el espejo antes de venir?

—¿Qué estás tratando de decir? —frunció el ceño.

—Pues que antes de criticarme, te veas primero a ti mismo. ¡Te ves más terrible que yo!

—¡Aaaah! ¡Todavía que me preocupo por ti!

—¡Vaya forma de hacerlo!

—¡Malagradecido!

Ambos empezaron a enojarse de verdad.

—¡Mejor ni te preocupes por mi si me vas a hablar así! —los ojos de Weiying se volvieron rojos.

—¡Créeme que es la última vez que lo hago, Wei Wuxian! No solo te ves terrible, ¡eres terrible! —Zidian comenzó a sacar rayos violetas.

—¡Quizás soy terrible contigo porque tú eres terrible!

—¡Ya deja de llamarme así! —Jiang Cheng se levantó de su silla.

—¡Tú empezaste! —Weiying hizo lo mismo.

—¿Pero qué está pasando aquí? —Ling Wen y los demás discípulos estaban viéndolos con espanto.

Jiang Cheng y Weiying se quedaron congelados por unos segundos y luego, muy apenados, se volvieron a sentar.

—Una disculpa —dijo Jiang Cheng.

—Lo siento —dijo Weiying— Cosas de hermanos, ya saben.

—¿Están seguros?

—Sí —dijeron ambos con una sonrisa que no convenció para nada a Ling Wen.

—¿Alguna noticia de Zewu-Jun? —preguntó Jiang Cheng.

—¿Y de Hanguang-Jun? —preguntó Weiying.

—Me temo que no.

Ambos Jiang se sintieron decepcionados. Apenas y tocaron su comida del desayuno. Al salir del comedor, ambos se dirigieron a sus habitaciones en silencio, hasta que Weiying habló:

—Siento haberte gritado hace rato.

— Esta bien —Jiang Cheng siguió caminando y mirando hacia adelante— Siento haberte dicho que te veías terrible.

—En verdad me veo terrible.

—Yo también. No dormí bien.

—Igual yo. No pegué el ojo en toda la noche.

—¿Hay algo que te preocupe?

Weiying se encogió de hombros. No quería compartirle a su hermano lo que en realidad le pasaba.

—¿Te has sentido mal? ¿Es el cultivo demoníaco otra vez? —Jiang Cheng se alarmó y más al recordar como hace unos momentos a Weiying se le habían puesto rojos los ojos.

—No. No es nada de eso.

—¿Seguro?

—Sí, segurísimo. ¿Qué harás ahorita?

—Descansaré un poco. Tú deberías hacer lo mismo. Lo necesitas.

—Bueno. Entonces te veo al rato. Descansa, uvita gruñona.

Orgullo y Prejuicio. Versión MDZSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora