👉 23. CULPA Y ARREPENTIMIENTO 👈

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La culpa es un sentimiento cruel. Es algo tan potente que te lastima y te fragmenta, te consume lentamente... tal y como sentía ahora.

No podía creer que Melisa, mi madre, estaba enferma. Ella sufría de una enfermedad mortal desde hace dos años... ¡Dos años! Tiempo en el que tuvo que lidiar sola junto a Billy, sin contar con el apoyo de mi padre, ni el mío. Todo por mi culpa.

Si hubiese arreglado los problemas que tenía con mi hermana, en lugar de huir de ellos, todo sería diferente...

― ¿Lily? ―dice mi padre, antes de tocar la puerta de mi habitación―. ¿Podemos hablar?

No le respondo y en su lugar permanezco acostada sobre mi cama, llorando y ahogando mis sollozos con mi almohada.

―Lily...

Mi padre entra sin esperar mi autorización, se acerca a mí y me acaricia la cabeza, viéndome llorar.

―Lo siento ―su voz suena rota, por lo que sé que no soy la única que sufre por la culpa.

― ¿Por qué? ―susurro, sin dejar de llorar y abrazar a mi almohada con fuerza―. ¿Por qué ella? Mi mamá no puede... ―sollozo, sin poder concluir mis oraciones.

―Lily, cariño, tienes que ser fuerte. No quería causarte este dolor; nadie quería hacerte sufrir así, por eso no te dijimos nada.

Niego con la cabeza, sin decir nada.

―Tienes que ser fuerte por tu madre y por Billy. Deja de llorar, cariño.

―Mamá sufrió en silencio durante años... Y yo no estuve aquí, junto a ella ―digo entre sollozos, admitiendo la verdad.

―No sabías lo que le sucedía. Ella no nos quiso preocupar antes, Lily. Pero ahora estás aquí, junto a ella y Billy; podemos recompensar el tiempo perdido.

Niego, sabiendo que eso es imposible. Todo, excepto el tiempo, se puede recuperar.

― ¿Lily? ―escuchar la voz de mi madre me hace voltear a verla.

Ella entra a mi habitación y se acerca cuidadosamente a mí; la observo mientras me levanto para abrazarla con fuerza y llorar en sus brazos.

― ¡Perdoname...! ¡Tuve que haber estado aquí, contigo! ¡Perdoname, mamá!

―Nada de esto es tu culpa, cariño, nada.

Las palabras, el tiempo transcurrido, los abrazos y el consuelo que me dan, no son suficientes para aliviar el dolor y la culpa dentro de mí.

Me sentía perdida. Mis pensamientos se encontraban desordenados y confusos, así hasta el día siguiente en el instituto.

― ¿Lily?

Siento que alguien toca mi hombro y me percato de que es Henry.

―Las gemelas me dijeron que no querías salir a la cafetería ―dice, tomando una silla para sentarse frente a mí.

Asiento lentamente, tratando de ofrecerle una amable sonrisa.

― ¿Tienes hambre? ―me pregunta, buscando algo en el interior de su mochila―. Te compré esto; sé que te gustan mucho ―dice, entregándome un paquete de gomitas dulces, mis favoritas.

―Gracias ―le doy una sonrisa, aunque melancólica.

Después de pasar varios minutos en silencio, Henry decide romperlo:

―Sé lo de Melisa ―susurra, observando mi reacción―. También sé que tú ya lo sabes.

Bajo la mirada, sintiendo ese nudo en la garganta, listo para reaparecer.

ECOS DEL PASADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora