👉 27. TRAICIONES DOLOROSAS 👈

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La palabra "terror" era la ideal para definir lo que estaba sintiendo en estos momentos.

Primero, mi corazón comenzó a latir con una fuerza incomparable.

Mis oídos se cerraron; no era capaz de seguir escuchando con claridad aquel noticiero.

Mi cuerpo comenzó a temblar, al mismo tiempo en que la temperatura a mi alrededor bajó de golpe.

Estaba aterrada, sobre todo por los recuerdos, ya que ahora sabía perfectamente lo que había sucedido anoche: Yo había encontrado el cuerpo de Marcela enterrado, antes de que me golpearan, o mejor dicho, antes de que Billy me noqueara.

― ¡Qué terrible! ―exclama mamá, viendo aquella noticia.

―Sí ―susurra Billy, antes de acercarse a abrazarla y llorar sobre su hombro.

Mamá me observa y me ofrece su mano para que, de igual manera, me acerque y la abrace. Sin embargo, al ver que Billy me ve, retrocedo.

Billy tiene una mirada triste, pero sobre todo, asustada. Seguramente tiene miedo de mí, ya que yo sé la verdad.

― ¿Lily? ―mi hermana se separa de los brazos de mamá e intenta acercarse a mí, pero yo vuelvo a retroceder.

―Necesito estar sola ―susurro, antes de dar media vuelta y salir de casa.

💠🔷💠

El aire fresco que me brinda el parque no me ayuda en nada, ya que mis pensamientos siguen hechos un lío. Tomo mi celular y vuelvo a llamarle a Christian; sin embargo, y por quinta ocasión, me vuelve a mandar a buzón.

―Christian, no quiero molestarte, pero... Necesito hablar contigo, es muy importante. Cuando escuches este mensaje, buscame, por favor.

Al terminar de enviarle el mensaje, una llamada entra a mi celular, misma que contesto de inmediato.

― ¡Henry! ―lo saludo, aliviada de poder hablar con alguien de confianza.

―Lily, ¿cómo estás?

―Necesito hablar contigo, ¡es muy urgente! ¿Puedo verte?

Henry me confirma, dándome la dirección de su casa, por lo que no espero más y me dirijo allá.

💠🔷💠

Al encontrarme frente a la gran reja negra y brillante, procedo a llamar por el interfón, en busca de mi amigo. Por suerte, Henry no tarda en recibirme.

― ¡Henry! ―lo abrazo en cuanto lo tengo frente a mí.

Observo su piel pálida y el cansancio que parece tener, evidenciado por sus pronunciadas ojeras.

― ¿Estás bien? ―digo, preocupada por él.

―Dormí poco anoche, pero no importa, estoy bien.

Mi amigo me da una sonrisa reconfortante y me invita a pasar a la zona en la que se encuentran varios departamentos. Atravesamos un gran jardín, en donde hay árboles pequeños y una piscina en el centro. Al llegar a su casa, me invita a sentar.

―Ponte cómoda, ¿quieres algo de tomar?

Niego, moviendo mis manos con inquietud.

― ¿Estás solo en casa?

―Sí, mi madre y mi abuela salieron. ¿Qué sucede? ―pregunta, sentándose a mi lado.

― ¿Viste las noticias?

Mi amigo baja la mirada, asintiendo lentamente.

―Yo... vi el cuerpo de Marcela, Henry ―confieso en un susurro.

ECOS DEL PASADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora