👉 18. ADVERTENCIAS DEL PASADO 👈

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El cielo gris combinaba a la perfección con el sombrío lugar: el cementerio.

Todos vestían de negro y traían consigo flores blancas, a excepción de Christian y de los padres de Evelyn, quienes traían los lirios favoritos de la chica.

El aire frío se colaba hasta los huesos, haciéndome arrepentir de no haber traído un suéter.

―Les agradecemos a todos por venir y recordar a mi querida Evelyn, que ha dejado una huella imborrable en nuestros corazones. Gracias —con estas palabras se despide la madre de Evelyn, tras la breve ceremonia funeraria.

La mujer tiene ciertos rasgos similares a su hija, como el color de cabello y sus ojos cafés. Ella viene acompañada de su esposo, el padrastro de Evelyn, quien trae consigo un cuadro con la fotografía de la joven.

―Siempre te recordaremos, Evelyn ―mencionó aquel hombre, dejando el cuadro sobre la tumba de la chica.

Noto que el cuadro tiene la misma fotografía que se presentó en el auditorio de audiovisuales. Evelyn salía sonriente y feliz.

De repente, la nostalgia me envuelve de nuevo: era el momento de partir y decir adiós a la tumba de Evelyn. Las gemelas eran las primeras en acercarse para dejar sus rosas blancas, seguidas por otros compañeros de clase con los que no conversaba mucho. Uno a uno, los asistentes se fueron retirando, quedando al final Henry y Alisson, Christian y nuestra familia.

―Adiós, Evelyn ―escucho el susurro de Henry, antes de que deje sus rosas sobre la tumba.

Alisson se despide de igual manera y se retira con su hijo. Christian es el siguiente, que después de musitar algunas palabras, deja sus lirios junto a las rosas. Cuando llega el turno de Billy, nos dice lo siguiente, sin mirarnos a los ojos:

―Me pueden dar un momento.

Al ser los últimos presentes, mis padres y yo la dejamos sola.

―Debe de ser terrible perder de esa manera a tu mejor amiga ―susurra mi madre, pensativa.

Mientras mis padres conversan, decido pedirles permiso para visitar un sitio muy importante para mí: la tumba de la abuela.

―Está bien, ve; y si Billy regresa antes, iremos contigo ―me permite mi padre.

Me alejo de ellos, caminando hacia mi destino, el cual recuerdo perfectamente. Paso por tumba tras tumba hasta llegar a la suya, que se mantiene igual que la última vez que la visité. Contemplo su lápida en forma de casita, con las finas columnas talladas en los extremos que sostienen el techo, protegiendo de la lluvia y el sol la fotografía de la abuela, situada al fondo. Ella sonríe genuinamente, formando sus delicadas arrugas en las mejillas y alrededor de sus hermosos ojos.

―Hola, abuela ―susurro con la voz rota.

Estar aquí, de nuevo frente a su tumba, me hace revivir tantos recuerdos: sus carcajadas, sus chistes, sus postres, su presencia...

Asimismo, vienen a mi mente otros recuerdos que preferiría olvidar, como aquellos de la noche en que ella nos dejó.

Tras hablarle y contemplar su tumba por unos minutos, me dirijo a buscar a Billy y a mis padres. Voy primero con Billy, que está más cerca, todavía conversando con su mejor amiga. Billy no nota mi presencia, por lo que continúa hablando sin darse cuenta de que la estoy escuchando.

―Siempre te extrañaré, Evelyn ―susurra.

Pretendo acercarme a ella y darle un poco de consuelo. No obstante, me detengo al escuchar lo siguiente:

―Pero te lo advertí. Te dije que lo dejaras en paz, que no lo buscaras más y... no te importó. ¿Ves cuáles fueron las consecuencias? ―su voz no contenía ni una pizca de dolor, sino de enfado.

ECOS DEL PASADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora