👉 3. MISMAS MENTIRAS 👈

124 14 1
                                    

Despertar, asistir al instituto, regresar a casa y permanecer en mi habitación el resto de la tarde hasta que llegara mi padre, se había vuelto mi rutina diaria. Pero ahora, con el regreso a nuestra vieja casa, junto a Billy y mi madre, todo estaba cambiando; mi rutina ya no sería la misma.

Ya no podía permanecer encerrada en mi habitación toda la tarde; si no era mi madre, era Billy quien me buscaba por alguna razón. Mi libertad y privacidad ya no eran las mismas que antes, ya que ahora no estaba sola.

Y a mi soledad, la extrañaba...

― ¡Lily! ¿Dónde estás?

Escuchar la voz de Billy buscándome hizo que cerrara los ojos y deseara desaparecer por un momento. Ahora ni siquiera podía leer tranquila.

― ¡Aquí estás!

Volteo a verla tras de mí, yo me encuentro sentada sobre el césped, recargando mi espalda en el árbol frutal del jardín.

― ¿Quieres ir de compras conmigo? ―cuestiona con alegría en la voz, a lo que yo me niego sin dudar.

―No.

― ¡Vamos! No seas amargada: desde hace dos días que llegaste no has querido convivir mucho conmigo. Además, tenemos que recuperar el tiempo perdido, ¿no?

No quería ir, sinceramente; preferiría quedarme en casa a terminar de leer cualquier libro. De no ser por la intervención de mi madre, quien entra en la conversación y me pide acompañar a Billy a comprar la despensa, yo no hubiese aceptado.

💠🔷💠

―Arroz, frijol, aceite...

Billy lee la lista de compras mientras toma los productos y me los entrega. Los recibo y los meto al carrito de súper. No hablamos de nada, simplemente caminamos por los pasillos en busca de las compras, acompañadas con música clásica de fondo. ¡Qué aburrido!

― ¿Lily? ¿Puedes ir por leche, huevos y harina para hornear? Están en el pasillo dos.

―Bien.

Dejo el carro con ella y me alejo con los brazos cruzados. Llego hasta donde, se supone, está su encargo, sin embargo, no encuentro nada, ni la leche, ni los huevos, ni la harina. En medio de mi búsqueda me encuentro con un tablero de madera en el que se encuentran pegadas varias pancartas de jóvenes desaparecidas, todas de entre 15 a 17 años de edad.

Es extraño, no recuerdo que la ciudad haya sido tan insegura antes. En medio de mis cavilaciones escucho una voz conocida:

―Hola, Lily.

―Christian, hola ―sonrío al verlo frente a mí.

― ¿Qué haces aquí? Bueno, es obvio que vienes a comprar. ¿Te puedo ayudar en algo? ―sonríe, feliz de verme.

―En realidad, sí, necesito ayuda.

Christian me ayuda a localizar los productos, los cuales no se encontraban en el pasillo dos, sino en el tres.

―Y, ¿estás ocupada? Porque podemos ir por un...

― ¡Christian! ―Billy se acerca a nosotros, casi corriendo―. ¿Qué haces aquí? ―dice con sorpresa, saludando a su amigo con besos en las mejillas.

―Hola, Billy. Iba por un jugo cuando vi a Lily perdida, así que la ayudé a encontrar lo que buscaba.

―Tan caballeroso como siempre ―dice con una sonrisa.

Frunzo las cejas al observar con atención la mirada que tiene Billy, pues ve a Christian de una manera diferente, como si estuviese molesta, aunque de aquello solo me percato yo.

ECOS DEL PASADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora