👉 25. MIEDOS Y VERDADES 👈

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Todo es mejor cuando no estás solo. Tener amigos, hablar con ellos, confiar y escucharlos, te ayuda a tener una percepción diferente de las cosas, y eso ayuda bastante.

―Sobre Billy y Sak... Yo te recomiendo que te alejes de aquel asunto, pero como sé que no me harás caso, te ayudaré. Está bien, tú ganas; te ayudaré a descubrir lo que oculta Billy.

Sonrío, feliz de escucharlo decir eso. Me siento más tranquila y apoyada al saber que no estaré sola en esto.

―Gracias, Henry ―me acerco a abrazarlo con fuerza, también para despedirme de él, pues ya he llegado a casa.

―No me lo agradezcas, todo lo que hago es por ti ―susurra.

Me separo de él, ofreciéndole una sonrisa.

―Lo sé, y estoy muy agradecida ―le confieso.

Henry me ve a los ojos, como si quisiese decirme algo con la mirada. Por mi parte, me quedo en silencio, en espera de que él diga algo, pero no lo hace. Sin embargo, algo dentro de mí sabe perfectamente qué es lo que él me quiere decir, o mejor dicho, confesar.

«―Henry ha estado enamorado de ti desde que éramos niños...»

«―Henry está completamente enamorado de ti y tú eres la única que no se da cuenta de eso»

― ¿Quieres decirme algo? ―pregunto al ver que tiene las intenciones de hablar, pero no lo hace.

―Solo, solo quiero decirte que... te quiero ―dice lo último en un susurro tan bajo, que apenas es audible para mí.

― ¿Qué?

―Nada. Nos vemos el lunes ―él da media vuelta, dispuesto a irse.

― ¡Oye, Henry! Te escuché ―lo detengo con mis palabras, haciendo que mi amigo se gire, nervioso―. Sé lo que sientes por mí ―digo, en un susurro.

Henry intenta decir algo, pero de sus labios no salen palabras.

―Sé que te gusto ―le confieso, sintiéndome, de pronto, nerviosa como él―. Billy me confesó que yo te gustaba cuando éramos pequeños, ¿eso es cierto? ―le pregunto, con una sonrisa nerviosa.

―Ah... Sí ―responde, bajando la mirada con sus mejillas tornándose rojas.

―Ah... me siento afortunada al saber que le gusto a un chico como tú: atractivo, inteligente, honrado, confiable.

Él baja la mirada, quizás prediciendo lo que diré a continuación:

―Pero, no puedo corresponderte ―trato de ser lo más sensible que puedo―. Tú también eres una persona muy especial para mí. Yo también te quiero, pero no como te gustaría que lo hiciera.

―Lo sé ―dice, asintiendo con desilusión.

―Lo siento.

―Hay alguien más, ¿verdad? ―me quedo en silencio ante su pregunta inesperada―. ¿Es Christian?

Trato de negarlo, pero el recuerdo de Christian, besándome, me deja absorta de mis palabras. Pienso en él, en sus sonrisas, su confianza, apoyo, humildad... No estoy segura qué es este sentimiento que siento por él, pero es mucho más fuerte que una amistad.

Yo estoy enamorándome de Christian.

―Nos vemos el lunes ―se despide, esta vez marchándose definitivamente y con el corazón roto.

Me siento terrible ser yo la causante de su dolor, pero es mejor así; siempre será mejor hablar con la verdad por más dolorosa que esta lo sea.

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ECOS DEL PASADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora