👉 EPÍLOGO 👈

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Tres meses después.

Todo estaba listo.

La decoración de la casa resplandecía en cada rincón; los globos y las serpentinas azules brillaban a nuestro alrededor. Asimismo, el cartel colocado en el centro de la sala destacaba perfectamente.

«¡Bienvenida, Melisa! Tus seres queridos te hemos echado de menos.»

Las letras del cartel también eran azules, ya que ese es el color favorito de mamá.

Mientras Billy y Sak terminaban de colgar los globos en los barandales, Alisson, Erica y yo finalizábamos de cocinar, puesto que habíamos preparado diversos platillos, todos los favoritos de mi madre.

Seguramente, ella debía de estar hambrienta, pues estos tres meses han sido difíciles para ella; sin embargo, sí que han valido la pena...

Mi madre, Melisa, ¡ha logrado superar el cáncer!

Por tal motivo, todos nos dedicamos a celebrar su salud con una "pequeña reunión".

Todos estamos presentes: Billy, Sak, Henry, Alisson, Erica, Sara, Saraí, Mónica, Jessica, Éster, Fabiola y los padres biológicos de Mónica, la señora Laura y el señor Julián. Obviamente, no podía faltar nuestro querido Chéster, quien ha crecido mucho durante estos meses.

― ¡Hola, bebé! ―le hago cariñitos acariciándole la cabeza, antes de robar un pedazo de carne y dárselo con discreción.

Observo como el cachorro se devora lo que le di, pero al ver que ya no le doy más, procede a irse con Henry, a quien le hace ojitos con la intención de que él haga lo mismo, cosa que hace. Henry roba un pedazo de filete y se lo entrega con discreción. Un par de segundos después, se percata de que lo he visto, por lo que ríe al igual que yo.

Cuando todo ya está finalmente preparado, escuchamos la bocina de la camioneta, indicándonos que mis padres han llegado. Todos nos preparamos, listos para recibirlos.

― ¡Bienvenida! ―decimos al unísono, logrando hacer sonreír y llorar a mi madre.

Mi padre la acompaña y tras él viene el doctor René.

Billy y yo corremos a abrazarla primero, siendo cuidadosas de no lastimarla.

― ¡Mis niñas! ―susurra ella, viéndonos con lágrimas―. ¡Las amo!

Las tres sonreímos, llorando un poco, pero de felicidad. Después de abrazarla, hacemos lo mismo con papá, a quien también extrañamos, aunque recién lo vimos la semana pasada, mientras que a mamá no la hemos visto durante meses.

Después de la grata bienvenida, pasamos a la comida, en donde las sonrisas y conversaciones fluyen durante todo momento. Una vez que terminamos, dejamos a mi madre descansar en su habitación. Mi padre la acompaña, mientras que el resto recoge las cosas y se despiden.

Jessica y Ester se van a su departamento, el cual alquilan juntas, Mónica se va con sus cuatro padres, mientras que Alisson se queda en casa al igual que su madre e hijo. Mis amigas, Sara y Saraí, también se quedan a acompañarnos.

Billy y Sak desaparecen de mi vista, cosa que no me extraña, pero sí lo hace cuando veo que mis amigas y la familia de Henry tampoco están...

― ¿Y los demás? ―le pregunto a Henry, quien me ayuda a levantar los platos sucios de la mesa para ponerlos al interior de una canasta.

―No lo sé ―dice sin mirarme a la cara, concentrado en su trabajo.

Mis cejas se fruncen al presentir que me oculta algo, por lo que escaneo mi alrededor, encontrándome con Saraí escondida en la cocina, quien es jalada por su hermana para que no las vea...

¡Aja! ¿Qué es lo que están tramando?

Sin darle mucha importancia, continuo con mi labor. No es hasta cuando siento la mirada de Henry sobre mí que me detengo y lo veo con las cejas fruncidas.

― ¿Qué pasa? ―le pregunto, confundida.

Henry arquea las cejas y está a punto de responderme. Sin embargo, su respuesta es sustituida por tartamudeos:

―Nada... no... no pasa nada.

Vuelve a su tarea, pero esta vez, recogiendo los vasos de vidrio. Observo su reacción y sé que está nervioso. ¿Por qué? Henry solo se pone así cuando se trata de mí, cuando quiere confesarme algo, pero... no puede.

Durante estos días ha pasado lo mismo, pero siempre hemos sido interrumpidos, o Henry huye sin decir más...

Esta vez, no será así.

Por lo tanto, cuando él toma un vaso y se encamina hacia la cocina, lo detengo sujetándolo del hombro, lo que accidentalmente provoca que se sobresalte y suelte el vaso de vidrio.

― ¡Lo siento! ―exclama, asustado y nervioso.

Está a punto de agacharse a recoger los pedazos de vidrio, pero lo detengo.

―Henry ―tomo sus manos, haciendo que me preste atención―. ¿Quieres decirme algo?

A pesar de que lo veo atenta, con las cejas arqueadas en espera de su respuesta, él se queda en silencio, viéndome a los ojos con una mirada que lo dice todo...

― ¿En serio no lo dirás? ―le pregunto por última vez, a lo que él abre y cierra los labios, sin saber cómo decirlo―. Bien, entonces yo tampoco diré nada ―digo, antes de tomar el cuello de su camiseta y acercarlo a mí para besarlo en los labios.

Lo beso lentamente, rozando sus labios con suavidad, queriendo que él se recupere de la sorpresa y me siga el beso, lo cual hace segundos después. Henry me corresponde con una intensidad que me roba el aliento, profundizándolo más. Sus manos suben a mi cintura, atrayéndome hacia él, por lo que aprovecho en enredar mis dedos entre su suave cabello. Ambos nos besamos por primera vez, siendo correspondidos en amor y pasión. Borrando de esa manera todos nuestros miedos, dejando atrás los dolorosos recuerdos y sanando así nuestro roto corazón...

―Te amo ―susurra por fin, al detenernos para tomar aire.

Le sonrío y lo veo con amor, ese amor auténtico y sincero que no fue forjado por manipulaciones ni mentiras. Un amor que te provoca un cosquilleo en el cuerpo, pero no ese cosquilleo extraño y desagradable, sino un cosquilleo de mariposas revoloteando en tu interior...

―Yo también te amo, Henry.

Él sonríe y, mientras escuchamos los aplausos de nuestros amigos que permanecían escondidos, él vuelve a besarme.

― ¡Ya era hora! ―grita Billy con emoción.

― ¡Ese es mi amigo! ―grita Sak.

― ¡Vivan los novios! ―gritan al unísono mis amigas, provocándonos una risa.

― ¿Quieres ser mi novia, Lily? ―me susurra el chico frente a mí.

Sin dudarlo ni un segundo, asiento feliz.

― ¡Sí! ¡Quiero ser tu novia, Henry! ―le confirmo, llenando de brillo sus ojos cafés.

Al final de todo, la historia terminó bien. Después de mentiras, secretos, falta de confianza y muchas otras cosas más, todo se resolvió, porque lo importante es arreglar las cosas y no huir de ellas. Lo importante es lo que te dice el corazón y no la mente, porque la mente puede equivocarse, ser manipulada y engañada, en cambio, el corazón no.


FIN


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NOTA DE AUTORA

¡Hemos llegado al final!

Gracias a ti por llegar hasta aquí, no olvides votar y comentar para ser mencionado en los agradecimientos 😘

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ECOS DEL PASADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora