👉 41. PLANES POR REHACER 👈

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LILY

Mónica.

Fátima.

Zaira.

Jessica.

Evelyn.

Marcela.

Seis chicas con una vida normal y cuyo único error fue confiar en la persona equivocada.

Chicas que tuvieron en común un cruel final, excepto por Mónica, quien seguía con vida, buscando justicia para sus compañeras y para ella.

Mónica.

La chica frente a mí era ella, la joven con un poco de sobrepeso, sonriente y tierna que había conocido por medio de fotografías. Había cambiado bastante, ella ya no era la misma de antes. Su cabello ya no era rizado, castaño y largo como lo tenía hace dos años. Ahora era pelirrojo, lacio y corto. El peinado que siempre solía utilizar ya no era una coleta, sino que ahora lo mantenía suelto. Su figura también era diferente, había bajado de peso y su cuerpo se le veía tonificado. Por otra parte, no solo su físico había cambiado, sino que también su madurez y su mirada... Aquella tierna sonrisa ya no existía, menos ahora que recién me ha revelado la desgarradora verdad.

Mónica, o Maya, me veía con lágrimas en los ojos. Se limpiaba las mejillas en un gesto constante para no verse débil; no obstante, no logró ocultarlas con éxito.

―Al igual que Billy, Henry, Sak, y todos los demás, quiero detener al culpable. Quiero justicia ―dijo con severidad, utilizando coraje para sonar segura en sus palabras.

La seguí escuchando, con atención e impacto, pues ella me reveló el plan que pretendía hacer con Billy y Henry.

―En resumen... ―dije con la intención de ser yo la que resumiese todo el plan que pretendían hacer, ya que quería saber si me había quedado claro―: Te acercarías a Christian haciéndote pasar por Maya, le coquetearías y provocarías que él se fijara en ti; eso con el objetivo de que él actúe y todo quedará filmado. Solo que, en esta ocasión, no estarían solos, sino con la policía de Arizona.

―Sí, mi madre adoptiva es abogada y, aunque no estuvo de acuerdo con mi plan en un principio, ella me apoyó dándome seguridad.

― ¿Tu madre adoptiva lo sabe? ―pregunto con sorpresa, puesto que no lo sabía.

―También mi padre adoptivo. Cuando les confesé a René y a Fabiola que había recuperado la memoria, les conté todo y ellos estuvieron dispuestos a ayudarme, aunque no les pareciera la idea de que me arriesgara en el plan.

―Es que es arriesgado, Maya. Christian podría reconocerte y...

―No lo hizo ―dice, dejándome confundida―. Ya lo contacté por redes sociales y él mordió el anzuelo. Nuestra primera cita sería hoy, pero no creo que funcione.

― ¿Por qué? ―pregunto, confundida.

―Porque ahora, Christian sabe que Billy, Henry y tú saben la verdad. Eso quiere decir que tiene dos opciones: matarlos o huir. Cualquier opción que él tome me deja fuera del plan, lo cual no sé si funcione. Además, él dejó de contestar mis mensajes desde hace dos días.

―Quiero ayudarte ―digo con seguridad―. Yo también quiero detener a Christian.

Maya sonríe con agradecimiento, sin embargo, su sonrisa desaparece al seguir escuchándome:

―Pero con una condición: quiero ser yo la carnada. Yo quiero ser la persona que haga confesar a Christian.

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ECOS DEL PASADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora