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Quackity hablaba por teléfono con su mejor amigo mientras se veía en el espejo, quería ser lo más casual como se lo pidió Rubius, pero no podía, tenía una reputación, sus padres tenían una reputación, y si su imagen se dañaba por una u otra razón, Alexis se enfadaría con él por ser obligado a limpiar su imagen. Todos sus atuendos tenían que ser perfectos, si tenía que ir a una fiesta de cóctel, tenía que lucir perfecto, si tenía que ir a un evento de caridad, tenía que lucir perfecto, si tenía que ir a la escuela, tenía que lucir perfecto, si tenía que ir a la iglesia, tenía que lucir perfecto, si salía del baño, TENIA que lucir perfecto.
Sin excepción alguna, los gemelos Nevadas, tenían que ser PERFECTOS.
Portaba una playera blanca, unas bermudas negras, unos tenis blancos y una gorra negra, cada prenda fue diseñada por su madre, la mayoría de su ropa era diseñada por su madre, todo... Cómo una estrategia de mercado, publicidad barata.
Colocó un poco de bálsamo para los labios, cuando estaba a punto de ponerse las gafas, la puerta se abrió abruptamente.
-Llevo ocho jodidos minutos esperándote -reclamó irritado- ¿Qué tanto haces? Ni que fueras a follar con tu nuevo capricho.
-¡Cierra la boca, animal! -soltó un gruñido mientras se ponía las gafas.
-Ya vámonos -tomó la muñeca del azabache y lo arrastró hacia la puerta principal de la casa.
-¡Vuelvo más tarde! -gritó antes de cerrar la puerta.
La mujer de cabello negro se quedó un tanto asombrada por el comportamiento de bos chicos pero solamente se limitó a sonreír.
-Veo que tu hermano y ese chico, se llevan muy bien -comentó alegre de que su hijo estuviera haciendo amigos.
Desde que tiene memoria, a Quackity siempre le ha costado trabajo tener amigos propios, su único "círculo social", si así se le podría llamar, eran los amigos de Alexis, que solamente le hablaban, por ser el hermano de Alexis. Nada más. La progenitora de los gemelos nunca vió a su hijo verdaderamente feliz por tener amigos propios, siempre ha sido Alexis su mayor fuente de confianza y compañía.
-Ese cabron solo le mete basura en la cabeza -respondió un tanto fastidiado.
-¿Por qué lo dices? -preguntó preocupada.
-Mamá... -desvió la mirada de su revista para fijarse en su madre- Los Doblas son una familia muy respetuosa en España, tienen un importante apellido y una fortuna que podría igualarse a la nuestra -sonrió de forma arrogante- Si tu hijo termina saliendo con él, tendríamos muchos... Beneficios, pero tu hijo tiene malos gustos en cuanto escoger a alguien decente -hizo una mueca de desagrado- Pero tengo que mencionar que la reputación de ese chiquillo es un tanto... Denigrante, la única salvación de esa familia es su hijo menor, y el mocoso solamente tiene dos años, algún día estarán en la ruina por ese imbecil -regresó su atención hacía su revista.
