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Quackity caminaba por los pasillos de aquel prestigioso internado, su corazón latía emocionado por ver a aquel castaño de cabello ondulado y ojos azules como el brillante cielo

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Quackity caminaba por los pasillos de aquel prestigioso internado, su corazón latía emocionado por ver a aquel castaño de cabello ondulado y ojos azules como el brillante cielo.

Karl Jacobs.

El primer fantasioso amor de Quackity Nevadas, era un chico americano de alta sociedad, pero con un corazón muy nombre y sencillo, pero nadie era perfecto, ni siquiera aquel chico que le provocaba tantos suspiros al hijo menor de Sam Nevadas.

Karl tenía novio. Sapnap.

Sapnap era dos años mayor que Karl y Quackity, y este último, no podía evitar envidiarle tanto, era atractivo, su cabello negro era tan suave, su piel parecía de porcelana, la más fina y delicada, sus ojos grises eran tan penetrantes pero tan adorables, sus labios no eran ni tan carnosos, ni mucho menos delgados, pero a cualquiera le provocaban ganas de morderlos y besarlos durante horas.

SAPNAP ERA PERFECTO.

Entendía a la perfección porque alguien tan perfecto como lo era Karl, tenía de novio a alguien con Sapnap.

Pero no podía evitar no morirse de los celos cada vez que los veía juntos, tenía que morderse la lengua y fingir que solamente eran sus mejores amigos, tenía que enterrar sus uñas en las palmas de sus manos, mientras desviaba la mirada para no reflejar lo mucho que le molestaba que se besaran frente a él.

ÉL QUERIA SER EL NOVIO DE KARL.

No el estúpidamente atractivo de Sapnap.

–Otra vez estás en la luna, Quackity –soltó una risita.

La risa de Karl era la melodía favorita de Quackity, podría escucharla todo el día y no se cansaría.

–Hola –sonrió como un bobo enamorado– Y... ¿Sapnap? –preguntó por costumbre.

–Está estudiando para un examen –se encogió de hombros– Quería quedarme con él pero insistió con no dejarte sólo, no eres muy bueno haciendo amigos –le dió un pequeño codazo pero sin llegar a lastimar al azabache.

Era su oportunidad para demostrarle que él podía ser mejor novio que Sapnap.

–Ven –se atrevió a tomar su mano y poco después comenzaron a correr– Tengo tanta hambre, ¿Tú no?, el otro día estaba caminando por el jardín trasero y vi un hermoso arbusto con flores hermosísimas, tú sígueme.

El castaño puso los ojos en blanco mientras una divertida sonrisa se mantenía en su rostro, y sin oponerse, se dejó guiar por el mexicano, sin estar enterado de las verdaderas intenciones de Quackity.

El castaño puso los ojos en blanco mientras una divertida sonrisa se mantenía en su rostro, y sin oponerse, se dejó guiar por el mexicano, sin estar enterado de las verdaderas intenciones de Quackity

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𝐸𝑟𝑒𝑠 𝑇𝑢 ☢𝑳𝒖𝒄𝒌𝒊𝒕𝒚ﮠ☢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora