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La hora del almuerzo al fin había llegado, los alumnos se encontraban en la cafetería de la escuela, comprando y comiendo sus alimentos, a pesar del comportamiento alegre y tranquilo de Luzu, Quackity notaba cierta ansiedad en él, por el como movía su pierna.
-Lusu... -llamó en voz baja.
El de mirada carmín miró a su novio y una pequeña y linda sonrisa se le dibujó en el rostro.
-Dime, Quacks -miró la hamburguesa del mexicano- ¿No tienes hambre? ¿Quieres que te traiga algo más ligero? -preguntó preocupado.
La preocupación de su novio, era como un cálido abrazo al corazón del menor, quién había comenzado a jugar con los dedos de sus manos y se mordía el labio inferior por los nervios.
-Ne-Necesito contarte algo -carraspeó la garganta- Es importante -dijo con la voz temblorosa.
Luzu arqueó una de sus cejas, y con su mano izquierda, agarró suavemente la mano del mexicano, quién volteó a mirarlo de inmediato.
-¿Qué pasa? Te veo nervioso -frunció ligeramente el entrecejo- ¿Alexis te hizo algo? -cuestionó.
Quackity soltó un suspiro- Ven... -dió un ligero apretón en la mano de su novio y segundos después, ambos adolescentes se levantaron de sus asientos.
El joven de ojos marrones guió al castaño hacia un salón vacío, todo parecía que era el laboratorio de química, el menor soltó la mano de su novio y caminó unos pasos frente a él.
-¿Qué ocurre? -preguntó preocupado.
-Tengo que contarte algo sobre la fiesta del viernes -dijo con firmeza, pero su corazón estaba latiendo completamente aterrado.
-¿No te divertiste? -preguntó extrañado- Te veías muy animado.
-El baile que llamó la atención de todos -lo interrumpieron.
-¿Qué tiene nuestro baile? -preguntó curioso.
El menor apretó los párpados y soltó un suspiro para poder relajarse, pero nada parecía lograrlo.
-Tú no bailaste conmigo, Lusu... -se dió la vuelta para mirar a su novio- Bailaste con Alexis y... Te besaste con él -dijo serio, mientras sentía un fuerte dolor en el pecho.
El corazón de Luzu se detuvo por pequeños segundos que parecieron eternos, luego comenzó a latir fuertemente contra su pecho y un inesperado sonrojo se apoderó de sus mejillas, sintió cosquillas en el estómago pero, también un escalofrío le recorrió la espalda.
-Eso... Eso no puede ser posible -dijo en voz baja.
-Lo es -se limpió con su puño una lágrima que se atrevió a escaparse de su ojo izquierdo.
