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El silbato se escuchó en todo el gimnasio, el balón de básquet comenzó a rebotar por toda la cancha y los alumnos comenzaron con su estrategia de juego para ganar puntos, el jurado estaba formado por el director, el subdirector y el entrenador.
Luzu dirigía a su equipo por tan solo unos minutos, y Reborn guiaba a su equipo.
El de mirada carmín rebotaba y lanzaba el balón, ayudaba a confundir al otro equipo y gracias a su liderazgo, le llevaban ventaja al equipo rival. El silbato volvió a escucharse por todo el gimnasio y los alumnos detuvieron sus movimientos.
-Buenos chicos, tomen un descanso de cinco minutos y seguiremos con la evaluación -indicó el entrenador.
-Luzu -llamó el joven rubio de ojos verdes- Lo hiciste muy bien.
-Gracias, Fol -sonrió cansado y soltó un suspiro al sentarse en la banca.
-I'm dead -soltó un suspiro y tomó asiento a un lado del castaño- Si no te escogen como capitán del equipo, me salgo, te lo juro -dijo antes de darle un largo trago a su botella de agua.
-Me siento mal por Lolo -hizo una mueca de inconformidad.
El extranjero miró unos segundos a su amigo y cuando se decidió a decir algo, se empezaron a escuchar el nombre del castaño una y otra vez, los alumnos comenzaron a acercarse a la puerta del gimnasio para averiguar lo que ocurría, hasta que Luzu decidió salir.
Se encontró con las porristas y algunos alumnos, algunos los conocía, otros eran completamente desconocidos para él. Pero ahí estaban, aplaudiendo, agitando sus pompones, dando pequeños brincos y gritando ¡Feliz cumpleaños, Luzu!. El de mirada carmín se sorprendió pero luego de unos segundos, una hermosa sonrisa apareció en su rostro, luego, todos sus amigos se acercaron a abrazarlo y cargarlo. Todo eso era observado por Alexis, quién se encontraba en la oficina del director, sin autorización, pero orgulloso de que su pequeño plan había resultado de maravilla pero después, la melancolía se apoderó de su corazón y cerró los parpados con fuerza.
-No llores, por favor, no llores -susurró mientras fruncía el ceño.
Pero al final, sus esfuerzos no sirvieron de nada, pues una lágrima traicionera se había escapado de su ojo izquierdo.
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