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Luzu abrió la puerta de su casillero y soltó un suspiro, aún no podía creer que había perdido la carta que había escrito, en esa carta transmitía todos sus pensamientos y sentimientos, pero no había servido de nada porque había desaparecido.
La mañana del viernes se había levantado de su cama y la buscó con la intención de guardarla en su mochila y entregársela a su destinatario, pero no la encontró.
-Roier... -bajó las escaleras y el castaño lo miró con una sonrisa en el rostro- De casualidad... ¿Viste una hoja de cuaderno en mi escritorio? -preguntó ansioso.
El joven mexicano ladeó un poco la cabeza- ¿Perdiste tu tarea? Esa no es una muy buena excusa, puedes decir que se la llevó el viento -Soltó una pequeña risita.
El de mirada carmín negó haciendo ligeros movimientos de cabeza- Olvídalo -regresó a su habitación para poder tomar su mochila.
La sonrisa se borró del rostro del mexicano y en su lugar, hizo una mueca de desagrado, no estaba orgullo de sus acciones pero tampoco se arrepentía... O por lo menos, no del todo.
Luzu apretó los párpados con fuerza y cerró la puerta de su casillero, pero dió un brinco al percatarse de la presencia de cierto mexicano, quién tenía una sonrisa en su rostro.
-Hola, Lusu -agitó suavemente su mano.
-Quacks -dijo en voz baja y luego una pequeña sonrisa apareció en su rostro- ¿Cómo estás? -preguntó.
-Muy bien, Lusu, ¿Tú cómo andas, mi buen? -preguntó con una sonrisa.
-Estoy bien... -se rascó la nuca un tanto nervioso-Gracias.
-Vine para invitarte a mi fiesta de cumpleaños -se quedó callado durante unos segundos- Nuestra fiesta de cumpleaños, mejor dicho -metió sus manos en los bolsillos de su pantalón- Es mañana y... Yo no tengo muchos amigos pero me gustaría que fueras, a Alexis le encantaría.
Luzu sintió un cosquilleo en el pecho al escuchar el nombre de aquel joven con cicatriz, sus manos apretaron la tela de sus pantalones y tragó saliva de forma pesada.
-¿Tú crees? -se mordió el labio inferior y luego negó haciendo ligeros movimientos de cabeza- No importa, no... No creo que sea lo mejor, Quacks.
-Pero nosotros queremos que estés ahí -dijo con una pequeña sonrisa.
El castaño hizo una mueca de inconformidad- Lo siento, Quacks...
-Mira -se descolgó su mochila y buscó algo en la bolsa más pequeña- Realmente quiero que vayas, así que te daré la tarjeta con la dirección del evento -le estiró un pequeño rectángulo de papel- Es... Un evento formal, es importante que vayas con traje -carraspeó la garganta- Decisión de mis padres, lo siento.
