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Luzu sabía que estaba mal, pero según él, solamente era cuestión de tiempo, cuestión de paciencia, algún día, Alexis se armaría de valor y les diría a todos que están enamorados, algún día, no le importaría lo que dirían los demás de él, no le importarían las opiniones de personas que no conoce.
Algún día, serían libres de tomarse de la mano y besarse en público. Ese era su único consuelo para seguir soportando todos los insultos de su chico junto con sus amigos, era su consuelo cada vez que se burlaban de él o lo hacían menos en cada oportunidad que tenían.
-¡Hey, Luzu! -el de mechón blanco pasó su brazo por encima de sus hombros, eran casi de la misma estatura, Wilbur era unos pocos centímetros más alto- Te vimos muy confianzudo con Lana ¿Acaso te gusta? -cuestionó burlón.
El de mirada carmín miró de reojo al chico de cicatriz y este se encontraba con una sonrisa forzada, al mismo tiempo que apretaba sus puños con fuerza y su postura estaba muy tensa.
-Somos amigos -respondió rápido.
-No tiene nada de malo que te guste una chica -palmeó con fuerza el hombro del castaño- Aunque.... Había escuchado que eras gay.
-Wilbur... -los ojos de ambos se conectaron- ¿Sabías que la homofobia ya pasó de moda? -cuestionó serio.
-No soy homofóbico -se humedeció los labios con la punta de la lengua- Yo soy bisexual y no tiene nada de malo -soltó una risita- Lo que si está mal, es que intentes relacionarte con alguien que está muy por encima de ti -se puso frente al de mirada carmín- Si no fuera un muerto de hambre, créeme que estaría muy interesado en ti, eres exactamente mi tipo -una sonrisa traviesa se le formó con los labios.
-Wilbah -llamó el azabache- Deja de pensar con el pito, estamos perdiendo tiempo -lo empujó para poder encarar al castaño- Solo venimos a recordarte cuál es tu lugar -forzó una sonrisa- Dejémoslo así, Lana es una hermosa princesa y tú... Un pendejo que limpia sus zapatos, no creas que alguien como ella pueda enamorarse de ti.
Los marrones y los carmín se miraban con intensidad, el pecho de Luzu se apretaba cada vez más y sin poder evitarlo, salió a toda prisa de aquel lugar, sintiéndose libre de dejar escapar sus lágrimas. Corrió hasta llegar al gimnasio y se escondió en los vestidores, tomó asiento en el suelo y abrazó sus piernas.
No sabía porque estaba llorando, no era la primera vez que Alexis le decía cosas hirientes, tampoco sería la última... Pero cada vez que eso ocurria, le dolía, le dolía de una manera tan insoportable.
-Lusu -llegó un tanto agitado el de cicatriz.
El de mirada carmín se mordió el labio inferior y se esforzó por ignorar al azabache.
-Perdoname -se acercó al castaño y se arrodilló frente a él- Sabes... Que todo es mentira, lo que digo no es completamente cierto, es una fachada.
