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Varios adolescentes tenían su vista fija en aquel balón de baloncesto, y en ciertas ocasiones, su vista se dirigía hacia aquella persona que tenía en sus manos el balón. Los adolescentes ya se encontraban cansados, sudorosos y con la respiración agitada, pero presionados, mañana sería su partido y querían ganar, TENIAN que ganar.
El silbato del entrenador se hizo escuchar por todo el gimnasio y los chicos detuvieron cualquier otro movimiento.
-Excelente entrenamiento el de hoy, muchachos -aplaudió emocionado- ¡Sapnap! Concéntrate, por favor.
El pelinegro soltó un pesado suspiro y asintió- Si, entrenador.
-A descansar mucho, chicos -sopló una vez más su silbato- Luzu -llamó en un tono serio.
El castaño se encontraba conversando con un compañero de su equipo, su sonrisa decayó cuando lo llamó el entrenador del equipo, su amigo se despidió y él se acercó a su profesor.
-¿Sucede algo, entrenador? -preguntó con una pequeña sonrisa en el rostro.
-¿Aparte de tu cabello? -arqueó una de sus cejas- ¿Puedes guardar los balones y los conos que usamos durante el calentamiento? -preguntó con voz seria.
-Claro -se rascó la nuca- No se preocupe por mi cabello, mañana lo arreglaré.
-Eso espero, ya habíamos hablado muchas veces de tu cabello -se cruzó de brazos.
-Lo siento -guardó sus manos en los bolsillos de su bermuda.
-Ve a hacer lo que te pedí, te veo mañana -dijo antes de darle la espalda al castaño.
-Hasta mañana -se encogió de hombros y luego soltó un suspiro.
Alexis se encontraba escondido detrás de las gradas, esperando el momento correcto para acercarse al castaño y hablar con él, tenía que recordarle quién era el dueño de su corazón, de sus labios, de cada centímetro de su piel, debía recordarle a quien sólamente tenía que mirar.
Poco a poco, los adolescentes que conformaban el equipo de baloncesto en la escuela, se estaban yendo, de manera individual o en pareja, incluso iban en grupos de cuatro o cinco personas. Hasta que por fin, Luzu se quedó completamente sólo, o al menos, eso creía.
-Buen entrenamiento, Lusu -dijo con una voz neutral.
El de mirada carmín se sorprendió al escuchar la voz de su ex y luego decidió ignorarlo.
-¿No deberías estar en tu clase? -preguntó serio.
-Debería... Pero no se me dió la gana -se humedeció los labios con la punta de su lengua- Fue más entretenido verte jugar, con razón eres el capitán del equipo -sonrió orgulloso.