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Un pequeño azabache caminaba por los pasillos de la escuela, con la intención de regresar a su salón, donde su hermano lo esperaba pacientemente. Pero detuvo su caminar al escuchar los apresurados pasos de alguien, quiso darse la vuelta para enterarse de lo sucedido, pero fue empujado con fuerza y cayó al suelo, se golpeó la barbilla, al igual que los antebrazos, los codos y las rodillas. Soltó un quejido de dolor y pocos segundos después, escuchó unas risas escandalosas.
-Mamá dice, que no le debería tener miedo a los monstruos y que debería ponerlos en su lugar -agarró un pequeña cubeta y tiró su contenido encima del pequeño con cicatriz- Y tú eres el monstruo más feo que he visto, ¡Vete de mi escuela!.
Alexis miraba aterrorizado a su compañero de clase, aquel niño con el que solía jugar y divertirse, ahora lo trataba como si fuera un monstruo que se esconde en el armario para salir a mitad de la noche a querer comerte. Lágrimas recorrían sus mejillas y se sentía sucio de todo el lodo que tenía encima por culpa de aquel niño.
-De-Dejame en paz -sollozó.
-¡Monstruo! ¡Monstruo! ¡Monstruo! -gritó el niño con enojo.
Alexis negó haciendo ligeros movimientos de cabeza, tratando de convencerse así mismo, que no era un monstruo como la mayoría de las personas decían, él era un niño muy bonito, su madre se lo repetía con frecuencia, ¿Por qué todos se empeñaban en verlo con malos ojos? ¿Cómo si fuera una desgracia? ¿Cómo si no fuera bonito?
-¿Qué es todo este escándalo? -preguntóel mayor con notable molestia.
El pequeño pelirrojo se fue corriendo, mientras que el azabache de cicatriz se quedó en el suelo, completamente aterrado, herido, humillado. Estaba perdido en sus pensamientos, su profesor le hablaba con fuerza, pero él no lo escuchaba, ni siquiera se percató de su presencia.
Se sentía un monstruo.
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Luzu se encontraba en su trabajo, acomodando los videojuegos que recibieron en la mañana, y limpiando el lugar para tener una excelente presentación. Le gustaba limpiar, lo mantenía distraído de sus problemas y conflictos mentales, pero en cuanto terminó de limpiar y acomodar, decidió tomar un pequeño descanso, lo cuál, en segundos se convirtió en una pésima idea.
