Tᴇ ᴏᴅɪᴏ

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𝟷𝟺

• POCHE •

El entrenamiento estuvo muy pesado hoy, duramos casi cuatro horas en el campo, corriendo como si no hubiera un mañana. Tendríamos nuestro primer partido en un mes, específicamente el 3 de noviembre, por esa razón todas estábamos dándolo todo para poder ser titulares, aunque no debería preocuparme por eso, el entrenador Félix me ha dicho que si sigo jugando como lo estoy haciendo, probablemente sea la segunda capitana, y obviamente titular. Después de ducharme y salir de los vestidores, camine hacia el estacionamiento, lo único que quería era llegar a mi casa y dormir.

- Poche - la voz de Majo hizo que volteara hacia atrás - ¿Puedo preguntarte algo? - en todo el entrenamiento no me había dirigido la palabra, así que estaba un poco confundida, pero solo asentí - ¿Por qué le dijiste a tus amigos que nos besamos ayer? - mi corazón empezó a latir rápidamente, y sentí todo mi cuerpo arder. No supe qué decir, trataba de formular las palabras pero no podía, simplemente no salían de mi boca - ¿Poche? - cerré los ojos, y suspiré, tratando de calmar un poco mis nervios, y poder arreglar todo este malentendido.

- ¿Quién te dijo eso? - sabia que fue una estupidez mi pregunta, por qué eso no es lo verdaderamente importante, pero fue lo único que salió de mi boca.

- Juliana, pero no te preocupes, le dije que era verdad - eso me sorprendió más que tranquilizarme, ¿Por qué hizo eso?

- ¿Por qué no dijiste la verdad? - pregunte con mucha curiosidad.

- Desconozco las razones por las cuales mentiste, pero yo también tengo las mías - respondió con una sonrisa - Así que tu me ayudas, y yo te ayudo, ¿Está bien? - dijo estirándome su mano, esperando que yo la tomara, claro que no dudé en hacerlo.

- Acepto - esto es una pequeña mentira, no creo que nada malo suceda.

Mi cita con Calle sería el viernes, y para mi desgracia apenas era martes. Las horas se me hacían eternas cuando no miraba sus ojos avellana, pero estando con ella, parecía que las horas fueran minutos. Cuando estábamos juntas, el tiempo pasaba rápido, pero a la vez también todo se paralizaba, como si nada más existiéramos ella y yo, nos envolvíamos en nuestro hermoso mundo, donde solo importaba lo que sentíamos, donde podíamos besarnos, y demostrarnos lo mucho que podíamos llegar a querernos, lo lejos que podría llegar lo nuestro.

Estaba llegando ya a mi casa, con una gran sonrisa, no solo por Calle, si no también por el futbol. La esperanza de poder cumplir mi sueño había vuelto, y ahora más fuerte que nunca.

- Mierda - dije en voz alta antes de bajar del carro. Camine hacia la puerta, pero me detuve al ver una silueta recargada en el otro carro que era imposible no reconocer.

- Hola Pochesita, ¿Cómo estás? - preguntó unas de las personas que más odio en este mundo, Elizabet.
No respondí. Entre y lo primero que vi, fue a mi abuelo sentado en una de las sillas de la mesa, y en el sillón, estaban Valentina y mi papá.

- Hola - dije acercándome a mi abuelo para abrazarlo - Ya me voy a dormir, estoy muy cansada - dije pero la voz de mi papá me detuvo.

- ¿Qué son estas horas de llegar María José? - preguntó, y mi coraje aumentó. No quería pelear, mucho menos enfrente de Valentina - Ven y siéntate - dijo tratando de sonar un poco, ¿Duro?, ¿Molesto?, ¿Con autoridad?, que no sea ridículo.

SkyfallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora