70• CALLE •
Volver a besarla fue como tocar el cielo para mi, después de tanto tiempo, aún se sentía igual. ¿Cómo fue esto posible? Creí que jamás volvería a sentir sus labios, pero aquí estamos de nuevo.
- Poche, ¿Tienes pastillas...? - Tomás abrió la puerta, asustándonos a ambas - Perdón - dijo cerrándola otra vez. Ella me miró apenada, y un poco sonrojada.
- Creo que debo irme - dije con una pequeña sonrisa.
- ¿Segura quieres irte? - preguntó mirando sus manos. Esa pregunta me tomó por sorpresa, pero claro que la aprovecharía.
- Sabes que no Poche, si me pides que me quede, lo hago - respondí. Ella solo asintió y salió de la habitación, supongo que para hablar con Tomas.
Aún sentía sus labios en los míos, mi corazón latiendo a mil y mis manos un poco sudadas. Sonreí al recordar la primera vez que nos besamos, también cuando lo hicimos en su casa, en la mía y en la de su estúpida ex novia...
Mis pensamientos fueron interrumpidos por mi celular, alguien me llamaba y creo que ya sé quién es.
Saqué mi teléfono de mi bolso, solo para confirmar mis sospechas. Se trataba de mi tormento, Johann. No planeaba contestar, solo apague mi celular y volví a guardarlo, no quería arruinar este momento con Poche. Me deje caer en la cama, pero ya no tenía una sonrisa en mi rostro. Solo me preguntaba el por qué me había casado con él, se suponía que ya era una adulta con una exitosa carrera, por lo menos podría elegir a mi pareja, pero como siempre, la imagen de mi padre regresaba. Recuerdo cuando Johann le contó todo sobre nosotras......
(2018
22 de Noviembre...)- ¡La amo papá! - gritó desesperada Emilia.
- ¡Es una mujer Emilia! - respondió igual de alterado mi padre - ¡No permitiré que mi hija sea parte de esa abominación de relación! - dijo lanzando el cuadro de mi hermana al piso, quebrándolo al instante.
- ¡Cálmate por favor Germán! - gritó mi madre asustada.
- ¡No me interesa lo que quieras Emilia! - dijo acercándose peligrosamente a ella, y una vez que estuvo a su lado, la tomó bruscamente del brazo - ¡Sube por tus cosas que te irás inmediatamente de Bogotá! - escupió con odio.
- ¿¡Qué!?, ¿¡Acaso te volviste loco!? - gritó Emilia con incredulidad. Mi padre sin dudarlo, golpeó su mejilla, haciéndola caer por el impacto.
- ¡No vuelvas a ofenderme! - dijo rojo de la ira.
- ¡Papá! - grité asustada mientras corría a Emilia, quien aún seguía en el suelo.
- Deberías ser como tu hermana - dijo mi padre con una sonrisa que no supe descifrar - Ella jamás nos ha dado problemas - sentí una presión en mi pecho. La culpa me estaba consumiendo.
- Señor, ¿Puedo sugerirle algo? - preguntó Johann. Había olvidado por completo que aún seguía aquí.
- ¿Qué pasa? - preguntó mi padre.