ACT ONE (Colegio Técnico de Magia Metropolitana de Tokio)
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Tokio. Capital de Japón.
Una semana había pasado desde su regreso a Tokio. Esos días le sirvieron a Yuuko para irse acostumbrando nuevamente a aquella ciudad que una vez consideró su hogar, así como para enfrentar los recuerdos de su pasado que allí la acechaban.
Ahora estaba lista para iniciar su nuevo capítulo. En la residencia Zenin, Mai y Maki se despedían agitando sus manos con tristeza. Yuuko les devolvió el gesto con una sonrisa tranquilizadora antes de voltear hacia Asahi.
—Estoy lista.— Asintió con solemnidad ante la mirada del rubio.
Este cerró la puerta del auto después de verla asentarse, colocando su maleta en la cajuela. Poco después se unió al vehículo.
—Abrochate el cinturón, por favor. No quiero accidentes en el camino.— Advirtió con calma.
Yuuko obedeció sin rechistar, enfocándose en el paisaje que comenzaba a pasar por la ventanilla. El destino la esperaba de ahora en adelante. Haría todo lo posible por estar a la altura.
Las circunstancias habían puesto a prueba a Yuuko en diversas ocasiones a lo largo de su corta vida, tanto con momentos amargos como gratos. Aunque los primeros parecían opacar a los segundos, había aprendido que el tiempo no se detendría por sus lágrimas.
—Si sigues frunciendo el ceño de ese modo, arrugarás esa frente antes de tiempo.— Bromeó Asahi desde el asiento del piloto.
—Ya deja de molestar.— Replicó ella con falsa seriedad, alisando su expresión. —No voy a terminar como esas pasas del clan.
—A este paso lo conseguirás.— Soltó él con fingida desaprobación, aunque sus ojos denotaban diversión.
—Me niego.— Declaró Yuuko volviendo a entornar el ceño, haciéndolo reír.
Asahi no pudo evitar reír bajito ante la respuesta de Yuuko.
—No llegarás a tanto, te lo aseguro.— Dijo con calma.
—Obviamente no.— Concordó ella. —Antes muerta.
Un tenso silencio se formó entre ambos, mientras Asahi se esforzaba por no soltar una carcajada. Tosiendo falsamente, preguntó:
—¿Y cómo te fue en tu primer año fuera?
—Fue bueno, aunque no sé si fue la mejor idea irme de intercambio sin siquiera pisar la escuela de aquí.— Musitó ella con duda. —¿No crees que tal vez debí quedarme?
