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Aunque Aoto era mayor, la diferencia de habilidades físicas entre ambos no era abismal.
Internamente, Yuuko agradecía todos los duros entrenamientos de Toji. Gracias a él, podía seguirle el ritmo a cualquier adversario.
—Sin duda fue un gran maestro.— Dijo Aoto entre jadeos, reconociendo sus movimientos, idénticos a los de Toji.
Ella logró impactarlo con uno de sus golpes cargados de energía maldita, obteniendo unos segundos de respiro para alejarse de un salto.
Aoto rio con sorna, limpiando un hilillo de sangre de su barbilla. Su resistencia era mayor de lo esperado.
—Admito que me has sorprendido.— Dijo con falso respeto. —Pero el show apenas comienza.
Yuuko aguardó en guardia, lista para lo que fuese. Debía superarse a sí misma para vencerlo.
—Serás la primera en presenciarlo completado.— Anunció Aoto alzando los brazos.
Ante él cayó un enorme bulto envuelto en una manta negra. Yuuko percibió un intenso poder emanar de él. Fuera lo que fuese, guardaba un gran potencial.
—¿Y bien?— Murmuró Yuuko alzando una ceja ante el misterioso bulto.
—¡Mira al asesino de tu padre!— Exclamó descubriendo el bulto.
Ante ellos se erguía un títere tan realista que parecía vivo. Pero parte de su energía coincidía con la de Aoto, y otra era una mezcla extraña.
Yuuko abrió los ojos, impactada. Jamás tuvo una buena relación con su padre, pero de ser cierto.. Ese poder que percibía era aterrador.
—Un simple muñeco.— Bufó Yuuko secamente.
Aoto se ofendió.
—No es sólo un títere. Fue una persona en vida, ahora me pertenece.— Dijo posesivamente.
—Mi Técnica Maldita es toda una proeza, aunque fácil de explicar: "Traspaso Maldito".— Rió socarrón. —¿No es genial?
Mientras alardeaba, Yuuko buscaba una estrategia para derrotar aquello. Un títere no era como un Espíritu Maldito, pero se veía increíblemente real.. Temió acabar así, contra su voluntad. No podía creer que Toji hiciera tal cosa después de muerto.
—Los verdaderamente fuertes son los más libres, ¿no crees?— Preguntó Aoto con siniestra calma.
