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—¿Aquí?— Preguntó Yuuko con sorpresa. Era el pequeño café que había descubierto tiempo atrás y visitado junto a sus amigos en tantas ocasiones.
—Sí, hacen los mejores cafés.— Asintió Suguru guiándola hacia su mesa usual, apartada del bullicio.
—Pero Shoko y Satoru no están..— Murmuró ella volteando a verlo.
—Les llevaremos algo. Ahora quiero que comas.— Sonrió el joven con amabilidad.
—¿Y tú? ¿Hace cuánto no comes o duermes?— Indagó ella con perspicacia.
—¿A qué te refieres?— Fingió no entender, aunque era notable su cansancio.
—Se nota que no has descansado bien.— Observó Yuuko con calidez. —Pide lo que gustes, invito yo.
Suguru la miró con una sonrisa cálida y divertida. —Qué considerada eres.
Ordenaron sus alimentos y reinó el silencio por un momento.
—¿Hemos venido por algún motivo en especial?— Inquirió Yuuko mirándolo.
—Hacía tiempo no salías de tu cuarto.— Se encogió de hombros. —No te había visto.
—Pienso retomar misiones y entrenamientos pronto. Lamento haberlos dejado solos.— Se disculpó.
Suguru negó restándole importancia.
—No me refería a eso.— Murmuró desviando la mirada. —Ya no hacemos tantas misiones como antes.
—¿Cómo dices?— Lo instó a continuar.
—Satoru se ha hecho fuerte. Shoko ya sabes, no sale a misiones peligrosas.— Explicó con calma. —Parece que nos han dejado un poco de lado.
—Pero pronto volveremos a estar juntos como antes.— Prometió Yuuko con determinación. —Tú y yo volveremos a ser fuertes.
Suguru no respondió, solo la vio. Se cuestionaba por qué seguía esforzándose tanto, preguntándose cuál era ese motivo tan especial que la hacía seguir adelante.
Pero prefirió guardar silencio.
—¡Buen provecho, chicos!— Exclamó Satomi alegremente dejando sus platillos sobre la mesa.
Ambos le sonrieron en agradecimiento y comenzaron a comer. Pronto se enfrascaron en una animada charla que les permitió desconectarse de sus pesares, aunque fuera brevemente.
Suguru deseaba hablar de lo que tanto le preocupaba.. pero ver a Yuuko disfrutando de su compañía, se detuvo.
Tal vez con esa charla, su amistad podría quebrarse. Él no quería eso.
