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Tres dias después, en un recóndito pueblo al norte de Japón.
—Nanami.— Canturreó Yuuko alargando la última vocal, buscando captar la atención de su amigo.
—¿Qué sucede, Yuuko?— Preguntó éste volteando hacia ella.
—Creo que deberíamos dar por terminada la búsqueda del Espíritu Maldito por hoy.— Sugirió con una sonrisa cansada. —Llevamos horas y horas, seguro ya se fue del pueblo. Además, no logro contactar a Yu; le he marcado treinta y dos veces y no contesta ninguna.
Le mostró su celular, reflejando la cantidad de llamadas sin respuesta. El ceño de Nanami se frunció al comprobar aquello. Él mismo comenzó a intentar comunicarse con su amigo, sin éxito.
—Es muy extraño. Yu nunca ignora mis llamados, y menos tantas seguidas.— Mencionó con preocupación.
—Sí, esto es raro.— Murmuró Yuuko, también inquietándose. —Le mandé varios mensajes y ni siquiera me sale la confirmación de que los recibió.
Yuuko pudo notar la preocupación latente en la mirada de Nanami.
—Tranquilo, es Yu del que hablamos. Estará bien, seguramente su celular se descargó.— Dijo restándole importancia con un encogimiento de hombros.
—Quizás..— Masculló él sin poder ocultar su intranquilidad.
La mano de la peliazul se posó entonces sobre el hombro del rubio, reconfortante.
—Vamos a buscarlo. Yu debe estar por aquí, sano y a salvo.— Aseguró con calma.
Retomaron la caminata por aquella zona boscosa, desolada de toda presencia humana. Como mayor experta del grupo, el deber de Yuuko era velar por la seguridad de sus amigos. Confía en que encontrarían a Yu sin novedad, pero no bajaría la guardia.
...
Llevaban horas recorriendo el área sin rastro de Yu, cuando un fuerte estrépito los alertó a lo lejos. Nanami miró con inquietud a Yuuko, buscando su silencioso permiso para acudir.
Con una sola mirada, la peliazul asintió.
—¡Vamos!— Exclamó. Ambos emprendieron veloz carrera en dirección al ruido, esquivando obstáculos.
Subieron presurosos las escaleras de un viejo edificio, brincando de dos en dos hasta llegar al tercer piso. Ahí estaba Yu, terminando de exorcizar un Espíritu Maldito.
