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Yuuko despertó temprano aunque sin ánimos. Tras darse un baño y vestirse, estuvo lista para enfrentar lo que fuera.
Ignoró el tono enfermizo de su pálida piel, enfocada sólo en los Zenin y en lo que querrían respecto a Megumi.
Sabía que estaban al tanto de su existencia, y que la reunión se trataba del pequeño Fushiguro.
Pero de algo estaba segura: ninguno de los Zenin, ni siquiera ella misma, conocían el paradero actual del pequeño.
Tomando una larga bocanada de aire para armarse de valor, se dispuso a partir. Lograría controlar la situación y velar por el bienestar de quienes amaba, costara lo que costara.
Con paso firme y mirada decidida, Yuuko se encaminó hacia el encuentro. Estaba dispuesta a proteger a Megumi con uñas y dientes, actuando siempre con prudencia pues sus acciones podrían derivar en trágicas consecuencias.
Al ingresar a la sala, los ojos de los miembros más poderosos del clan Zenin se posaron en ella de inmediato. No obstante, pronto su atención fue captada por otras presencias:
—¡Yuuko!— Exclamaron alegremente Mai y Maki, abalanzándose a abrazarla con cariño.
Su presencia la sorprendió. "¿A qué han traído a las niñas?" pensó desconcertada, aunque no había manera en que las usarán en su contra.
Las pequeñas Maki y Mai siempre habían sido las únicas capaces de ver más allá de apellidos o jerarquías. Desde niñas, Yuuko había congeniado bien con sus primas a pesar de la diferencia de edad. No pudo evitar esbozar una tenue sonrisa al ver sus infantiles rostros.
—¡¿Cómo has estado?!— Exclamó Mai enroscándose a su cuello.
—¿Te han tratado bien?— Preguntó Maki tomando su mano.
Yuuko asintió con suavidad.
—De maravilla..— Susurró ignorando las miradas, acercándose a sus oídos. —Aunque a veces extraño que nos desvelemos juntas.
Las niñas se taparon las bocas para no reírse. Ella guiñó un ojo cómplice, empatizando con su encanto infantil. Sus primas siempre lograban tranquilizarla, algo que valoraba en situaciones tensas.
—Nosotras también te hemos extrañado.— Murmuró Mai sonriendo traviesa.
Naoya tosió con falsa sutileza, sacándole un suspiro dramático a Yuuko mientras rodaba los ojos.
