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Llegaron sanos y salvos a la estación de Tokio al amanecer, sin mayores contratiempos en el trayecto.
Al aproximarse a los terrenos de la prestigiosa Escuela de Hechicería, divisaron a lo lejos una figura agitando el brazo para saludarlos.
—¡Nanami, Yun! Que bueno verlos de regreso.— Exclamó Yu con alegría al tenerlos de nuevo allí.
Nanami le devolvió el gesto con una cálida sonrisa, aliviado de volver al único lugar que ahora podía considerar un hogar. Yuuko asintió brevemente con la cabeza, complacida de ver a su joven amigo sano y salvo tras la última misión.
—Me adelantaré a entregar el reporte al profesor Yaga.— Señaló Yuuko retomando su típico estoicismo ante la misión.
Nanami asintió absorto, la repentina frialdad de su compañera no pasando desapercibida para su perspicaz amigo Yu, quien arribaba a sus propias conclusiones.
—Parece que algo debió ocurrir durante la asignación.— Comentó el menor en voz baja, una vez Yuuko se perdiera de vista. -Se la nota distante.
—Al parecer no soy el único consciente de ello.— Suspiró Nanami con pesar. —Aun así, los altos mandos continúan asignándole trabajos sin importar las consecuencias.
Sus palabras reflejaban su profunda frustración por el descuido hacia la salud mental de su querida compañera. Sólo deseaba proteger aquello que más amaba.
—Tranquilo, cuenta con nosotros.— Lo reconfortó Yu con una cálida sonrisa, poniendo una mano en su hombro. —Haremos todo lo que esté a nuestro alcance y más para apoyarla. Ella siempre ha estado ahí cuando la hemos necesitado, es turno de devolverle todo lo que nos ha dado.
Nanami asintió, agradecido de contar con la ayuda de tan buenos amigos.
...
Yuuko caminaba pensativa por los pasillos del edificio, exhausta tras entregar su informe al profesor Yaga.
Al llegar a su habitación, lo primero que ansiaba era darse un relajo y bañarse antes de reunirse con los altos mandos. Suspiró al verse en el espejo; había tantos recuerdos encerrados en su azulada melena, aunque esta ya no fuera más que mechones desiguales tras lo ocurrido con su hermano.
Había pasado tiempo, pero seguía sin atreverse a cortarla ella misma. ¿Seguiría huyendo de afrontar lo sucedido realmente? ¿O tan solo temía cerrar esa parte de su pasado para siempre? La verdad era que ni ella misma lo tenía claro.
