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Finalmente salieron de la tienda entre risas, despidiéndose de las vendedoras.
—¡Vuelvan pronto!— Se despidieron éstas.
—¡Hasta luego!— Respondieron Shoko y Yuuko alegres.
Mientras, los únicos dos varones iban cargados con todo el botín, sus ojos ya delatando el cansancio.
—Nunca más volveremos a uno de estos lugares.— Murmuró Geto con fingido pesar.
—Concuerdo totalmente. Nunca jamás.— Secundó Gojo con teatral dramatismo.
Las chicas sólo reían, disfrutando verlos así. Sabían que, a pesar de todo, no se arrepentían de haberlas acompañado en esa divertida tarde.
—Vamos, podemos seguir disfrutando la tarde.— Dijo Shoko, señalando una tienda de videojuegos.
—Pues ya que.— Bufó Gojo, ocultando su emoción.
La tarde se les pasó volando entre risas y descubrimientos. Al caer la noche, regresaron a la escuela cargados de bolsas. Aunque cansados, volvían contentos, habiendo fortalecido sus lazos más allá del ámbito académico.
Mientras Geto ayudaba a Shoko, Gojo siguió cargando las compras de Yuuko. Jadeaba bajo el peso.
—No entiendo tanto interés en ropa.— Murmuró sin aliento.
—Ser chica no es fácil.— Le dijo ella. —Hay que estar preparada para todo. No puedes andar desnuda.— Bromeó.
Gojo soltó una risita imaginando tal escenario.
—Sería divertido verlo.— Bromeó.
Recibió un suave codazo a modo de reprimenda, entre risas cantarinas. Su inocente chispa alegraba a Gojo.
Al llegar al cuarto de Yuuko, ella suspiró agradecida por la ayuda.
—Puedes dejarlo en la cama.—Musitó abriendo cortinas para que la luz de luna inundara la habitación.
Gojo dejó cansinamente las bolsas, aprovechando para inspeccionar el cuarto con ojo crítico.
—Tienes todo un guardarropa, dudo que necesitaras más.— Replicó abriendo el amplio closet con curiosidad, observando su ropa con atención.
