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Semanas después.
El día de la misión
Abrí los ojos perezosamente al escuchar a las aves cantar afuera. Giré el rostro para tomar mi teléfono y comprobar la hora - apenas pasaban de las siete.
Tenía varias horas antes de reunirme con los demás para la misión, así que aprovecharía para arreglarme adecuadamente.
Me estiré con parsimonia entre las tibias sábanas, feliz de haber descansado plácidamente. Un buen baño caliente seguro me ayudaría a despabilarme de todo.
Me puse de pie y escogí mi ropa del día; El uniforme azul oscuro femenino consiste en la parte superior de una chaqueta con cuello alto similar al del uniforme masculino pero era más corta que el masculino, y en la parte inferior, el uso de una falda. Con unas medias negras y un par de botines blancas.
Los deje en mi cama, ojalá se viera exactamente como lo había planeado.
Luego me dirigí a los vestidores femeninos tarareando una melodía.
Abrí la llave para dejar correr el agua caliente fue como música para mis sentidos mañaneros. Me despojé de mi ropa y me sumergí gustosa bajo el agua caliente de la regadera.
Permanecí unos segundos así para comenzar a lavar mi cabello y enjabonando despacio cada rincón de mi cuerpo. Pronto comencé a sentirme liviana y despierta.
Una vez aseada, enrolle una toalla alrededor de mi cuerpo y una en el cabello. Con el tiempo ganado, podría platicar un poco antes de partir. Estaba ansiosa por iniciar el día.
Comencé a humectar mi piel antes de vestirme.
...
Terminé de ajustar mis botas blancas que tenían un poco de tacón agregado y me puse de pie para ver mi reflejo en el espejo de cuerpo entero.
La falda azul oscuro me quedaba hasta los muslos y las medias que llegan a mis rodillas hacían un contraste increíble. La blusa de abajo era totalmente blanca y la chaqueta, de corte similar al uniforme masculino pero ajustada a mi figura, lo hacían ver tal cual lo imaginé.
Pasé una mano distraída por mi cabello, este no era tan largo pero tampoco era corto y ahora estaba recogido en dos coletas bajas que dejaba mi rostro libre. Mis ojos examinaron satisfechos mi atuendo.
Me sentía cómoda y sobre todo, preparada para la misión. El uniforme trasmitía dignidad e identidad. A mi me gustaba como me veía.
Además ¡Tenía bolsillos en la falda!
Mientras guardaba objetos necesarios en un pequeño bolso, mis pensamientos volaron de nuevo hacia Gojo. Esperaba ver con ansías su reacción cuando comprobará mis habilidades nuevas.
