¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
●•●
Yuuko se encontraba en el sofá, rodando los ojos con impaciencia. Satoru se mofaba sin cesar.
—¿Deberíamos traer un médico, por si acaso?— Bromeó. —Qué tal si ya se murió.
—¡Está inconsciente, tonto!— Rezongó Yuuko, lanzándole un pedazo de escombro que milagrosamente no impactó en él ni en la chica.
De pronto, la muchacha que yacía en brazos de Satoru comenzó a removerse débilmente, despertando.
—Oh, ya despertó.— Anunció él.
—¡Toma esto, cobarde!— Le gritó la niña dándole una fuerte bofetada y saltando lejos. —¡Si deseas matarme, ven aquí y enfréntame, villano!
Adoptó una extraña pose de pelea. Satoru se sobó la mejilla enojado.
Yuuko se carcajeó discretamente. Suguru, como siempre, calmó las aguas.
—Riko, tranquilízate. No somos quienes te atacaron.— Dijo con una dulce sonrisa.
—¡Mientes, lo noto en tu rostro y ese horrible mechón!— Rebatió ella, desconfiada.
Yuuko se tumbó en el sillón, divertida ante la situación. Observó cómo sus amigos lidiaban con la agresiva, aunque confundida, niña. La pobre debía estar muy asustada. Por el momento, lo mejor era dejarla ser hasta que se calmara.
...
—Vamos, Yuuko salta.— Incitó Satoru con diversión.
—¡No, déjenme!— Gritaba Riko mientras los chicos la jalaban en retribución.
Las puertas del ascensor se abrieron, dejando ver a otra mujer.
—¡¿Qué?!— Exclamó alarmada.
—¡Insolentes!— Seguía forcejeando Riko.
—Por favor, deténganse.— Pidió nerviosa la recién llegada.
—¡Kuroi!— Gritó Riko reconociéndola.
Yuuko fingió una tos para llamar su atención, en vano. Su mirada bastó para poner fin al juego.
—Ya basta.— Sentenció ante la obediencia de los chicos.
Riko cayó al suelo. Yuuko se acercó a su altura con calma, evaluando la situación para solucionarlo pacíficamente.
