¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
●•●
Había pasado el tiempo desde la partida de Yuuko de la escuela de Hechicería. Warui Akutami observaba los cambios que habían ocurrido desde las sombras, como era su costumbre.
Su entrenamiento había rendido frutos: ahora era considerado un Hechicero de Grado Especial, un logro que su clan celebraría con fastuosos banquetes y honores. Pero para él solo significaba un peldaño más cerca de su objetivo.
Con indiferencia notó el precio puesto a la cabeza de Yuuko, ridículamente alto a su parecer. Pero no le sorprendía, había anticipado que eso sucedería tarde o temprano.
La conocía desde niños, aunque nunca como amiga. Los clanes los habían destino a ser rivales, enemigos a vencerse mutuamente en pos de conseguir cada cual sus fines oscuros.
Warui sonrió para sí, saboreando la ironía. Pronto mostraría su verdadero poder, y entonces ni siquiera la amenaza sobre Yuuko importaría. Volvería a mover los hilos desde las sombras, como siempre había sido su destino.
El pelirrojo recorría silencioso los pasillos, atento a todo cambio. Sus ojos volvieron a posarse en el trío de amigos más cercanos a Yuuko.
Shoko se veía decaída, refugiada en la enfermería que ahora gobernaba en solitario. En el pasado, solía acompañar a Yuuko en sus misiones; mas ya no quedaba nadie.
Gojo parecía enfrascado en su propio mundo, determinado a ganar poder a cualquier costo. Sus incursiones lo alejaban cada vez más de la escuela.
Incluso Suguru mostraba un comportamiento extraño. Warui lo recordaba siempre excéntrico; pero ahora parecía más distante, perdido en pensamientos que lo llevaban a pasear por la ciudad como si buscara algo.
Al salir de los terrenos, Warui contempló los estragos dejados por la ausencia de Yuuko. Cinco meses vividos en soledad evidenciaban cuán arraigada estaba su presencia entre los demás. Parecía haberlos unido cual pegamento, dejándolos disgregados al separarse.
Con gesto impasible, prosiguió su camino. Otras piezas se movían en el vasto tablero, y él aguardaba el momento de hacer su próximo jugada.
—Quién lo diría.. que la pequeña Zenin resultaría tan significativa para ellos.— Murmuró Warui para sí, en voz baja.
Proseguía rumbo a una misión personal, aquella máxima tarea autoimpuesta hacía tiempo atrás. Aún rememoraba nítidamente el día en que todo comenzó.
○°○
Retornó en sus recuerdos a aquel día lejano, cuando aguardaba en una cafetería. Cansado de esperar, encendió un cigarrillo. Fue entonces cuando percibió la presencia familiar aproximándose.
