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Algunos individuos abordaron el tren con andares sospechosos que no pasaron desapercibidos para los agudos sentidos de ambos.
—Nanamin.— Llamó Yuuko en un susurro casi imperceptible.
—Lo noté.— Respondió él con calma, aunque alerta.
Los extraños parecían escanear sutilmente a los pasajeros. Nanami disimuló revisando el informe, mas ya había dejado a un lado toda distracción.
Con discreción, colocó una mano sobre el brazo de Yuuko en señal de apoyo. Sus miradas se encontraron en silencio.
—Los altos mandos comentaron algo similar.— Murmuró Yuuko con aparente distracción, aplicándose brillo labial frente a un pequeño espejo.
—¿Es factible completar la misión aquí?— Susurró Nanami fingiendo interés en una revista.
Ella asintió con disimulo. Sus agudizados sentidos ya habían detectado las miradas furtivas de los sospechosos sobre el resto de pasajeros.
Manteniéndose alerta, Yuuko guardó el espejo. Un ligero rose de sus dedos sobre el brazo de Nanami fue suficiente para indicarle estar preparados. Si los individuos decidían actuar, sus habilidades estarían listas para proteger a los civiles y encarar la amenaza emboscada en su viaje.
Yuuko sacó disimuladamente su teléfono, en él las fotografías de los hechiceros malvados que debían detener según su misión.
Al comparar los rostros de los sujetos sospechosos en el vagón con las imágenes, no les quedó duda de su identidad.
—Son ellos.— Murmuró Nanami inclinándose casi imperceptiblemente para corroborarlo por sí mismo.
Ella asintió en silencio. Tras compartir una mirada que sellaba su siguiente acción, guardó el teléfono con cautela. Sin más dilación, dejarían de fingir indiferencia.
Los sospechosos se separaron de pronto: tres a la izquierda, dos a la derecha.
Nanami se puso de pie con presteza, siendo seguido de cerca por Yuuko. Ella susurró:
—Yo iré tras los tres.
Mas Nanami le sostuvo el brazo de modo protector. Ante miradas curiosas, Yuuko fingió una sonrisa cariñosa y acarició sus cabellos rubios.
—Estaré bien, cielo. Ve tranquilo al baño.— Susurró con dulzura, encubriendo su mensaje. —Confía en mí.
Él asintió a regañadientes, soltándola lentamente. Ella le transmitió calma con la mirada, prometiendo cuidarse. Luego partió con sigilo en pos de su objetivo, mientras Nanami se dirigía hacia otro lado para respaldarla desde las sombras.
