✅ 𝙎𝙏𝙀𝙑𝙀𝙉 𝙂𝙍𝘼𝙉𝙏

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Steven es el tipo de novio que
no sabría cómo tomar tu mano.

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Las luces de las calles iluminaban la nocturna y gran ciudad de Londres. Ambos estaban en la habitación del departamento de Steven, solos.

Steven podía sentir sus latidos desenfrenados, creyendo incluso que los podía oír, y que tú también podrías escucharlos. Su rostro estaba algo rojo. Tenía muchos nervios.

Había un pensamiento recurrente que había tenido desde que él y tú comenzaron su relación: a pesar de que no muchas cosas habían cambiado, sí había cambiado el contacto físico. Si bien antes los abrazos eran cortos, ahora eran largos y llenos de besos en las mejillas -pues aún no se atrevía a besarte en los labios-. Si antes te ibas de su casa a las 10 p.m., ahora la mayoría de las veces te quedabas a dormir con él.

Y ahora quería tomar tu mano.

Fue un pensamiento recurrente cuando te vio jugar con ellas; se dio cuenta de lo pequeñas que eran en comparación con las suyas y, sin saber por qué, quería tomarlas. Entrelazarlas, que encajaran como un rompecabezas.

Estabas sentada en la orilla de la cama y Steven te observaba desde atrás. Eres hermosa y eso era peor para él, porque así no podía siquiera verte a los ojos. Todo en ti le encantaba.

Con cautela, se acercó, como tanteando el camino.

Se sentó a tu lado, algo nervioso, y acercó su mano a la tuya.

Tú ya sabías lo que Steven quería hacer. Era demasiado obvio y demasiado tierno. Querías darle esta oportunidad.

Pero él alejó rápidamente su mano.

"Vamos, Steven, tú puedes, es tu novia", se dijo a sí mismo, volviendo a acercar su mano. Pero la alejó rápidamente, de nuevo.

Respiró hondo. Quería tener tu mano, sostenerla y mirar a la mujer de la cual estaba enamorado, pero era nuevo en esto del amor y no sabía cómo hacerlo.

Así que lo miraste y alzaste tu mano. Steven se demoraba bastante y querías sentirlo.

-Steven -dijiste suavemente, tu voz un susurro cálido en la habitación-, está bien. Puedes tomar mi mano.

Steven levantó la mirada hacia ti, sus ojos reflejando una mezcla de nerviosismo y anhelo. Tímidamente, tomó tu mano.

Oh, Dios.

¿Los dioses escucharían sus gritos?
Porque Steven ahora estaba muriendo de la alegría por dentro.

Sí, como creía. Su mano era más grande en comparación con la tuya. Pero vaya que se sentía bien tomarla y poder entrelazar sus dedos.

-Tu mano es... muy suave -murmuró, una sonrisa tímida asomando en sus labios.

Tú sonreíste, sintiendo la calidez de su palma contra la tuya.

-Y la tuya es fuerte -respondiste, apretando ligeramente sus dedos. Lo miraste y sonreiste-. No debes porque dudar en tomar mi mano, Stevie. Puedes hacerlo cuando quieras...

Steven sintió que el corazón le daba un vuelco.

¿Cómo podía alguien como tú estar a su lado?

¿Cómo podía él tener tanta suerte?

-Gracias... -dijo en voz baja-. Gracias por estar aquí conmigo.

Tú lo miraste con ternura, abrazándolo de inmediato.

Steven sintió una oleada de emoción.
Apretó tu mano con un poco más de fuerza en el abrazo, sintiendo que finalmente, después de tantas dudas, había dado un paso importante.

Con su corazón latiendo fuerte y su mente llena de pensamientos felices, se permitió disfrutar de este momento, sabiendo que, aunque pequeño, era un gran avance en su relación contigo.

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