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¿Cómo se dieron cuenta que te amaban?

Steven Grant

Steven se dio cuenta de que te amaba una tarde lluviosa mientras ambos estaban en su pequeño y acogedor departamento, rodeados de libros y mapas de Egipto.

Estabas sentada en el suelo, luchando con un rompecabezas que Steven había traído.

Cada vez que encontrabas una pieza que encajaba, lanzabas un pequeño grito de alegría y te reías, esa risa contagiosa y genuina que siempre iluminaba la habitación. Steven, que estaba organizando sus notas en la mesa, levantó la vista y te observó con una sonrisa.

Fue en ese momento, viendo cómo tus ojos brillaban de felicidad y cómo tu risa llenaba el espacio, que Steven sintió una calidez en su pecho.

Se dio cuenta de que no podía imaginar su vida sin esos pequeños momentos de alegría compartida, sin la luz que traías a sus días. Fue entonces cuando supo, sin ninguna duda, que te amaba profundamente.

Jake Lockley

Jake se dio cuenta de que te amaba una noche mientras conducía por la ciudad contigo a su lado.

Habías insistido en acompañarlo en uno de sus recorridos nocturnos, y aunque al principio se mostró reacio, no pudo decirte que no.

Durante el viaje, te pusiste a cantar en voz alta con la radio, sin preocuparte por si desafinabas o no conocías todas las letras. Jake te observaba de reojo, riendo ante tu entusiasmo y la forma en que movías las manos al ritmo de la música.

En un momento, te giraste hacia él y lo sorprendiste con un beso en la mejilla, sonriéndole de una manera que hizo que su corazón diera un vuelco.

Fue entonces, mientras veía cómo tu espontaneidad y tu amor por la vida se reflejaban en cada acción, que Jake se dio cuenta de cuánto te amaba.

Amaba tu energía, tu alegría desenfrenada y la forma en que hacías que incluso una noche ordinaria se sintiera especial.

Marc Spector

Marc se dio cuenta de que te amaba en una tarde tranquila en casa, después de un día agotador. Estabas en la cocina, intentando preparar una cena para ambos. Marc te observaba desde la sala, viendo cómo te movías torpemente entre los utensilios, riéndote de ti misma cada vez que dejabas caer algo o cometías un pequeño error.

Tu torpeza, en lugar de frustrarte, parecía divertirte, y tu risa suave llenaba el espacio. Marc se dio cuenta de que amaba esa ligereza, esa capacidad tuya para encontrar humor en los momentos más simples y de hacer que incluso las tareas más mundanas se sintieran especiales.

Se levantó y caminó hacia la cocina, decidido a ayudarte. Mientras trabajaban juntos, Marc se dio cuenta de que te amaba no solo por los grandes momentos, sino también por esos pequeños y cotidianos instantes que compartían.

Fue entonces cuando supo, viendo tu sonrisa y sintiendo tu calidez, que no podía imaginar su vida sin ti y que te amaba con todo su ser.

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