Imagina estar discutiendo con una chica y que Marc se te quede viendo así:
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El ambiente del bar era ruidoso y vibrante, con luces de neón tintineando sobre las cabezas de los clientes y una banda tocando en vivo al fondo.
Estabas disfrutando de una noche relajada junto a Marc, pasando el rato y disfrutando de su compañía.
Mientras charlabas animadamente sobre tu día, una chica se acercó a la mesa. Con una sonrisa coqueta, ignoró tu presencia y se dirigió directamente a Marc.
—Hola, guapo. ¿Puedo invitarte a una copa?—dijo, apoyando una mano en el brazo de Marc.
Marc, siempre cortés, intentó responder "No" educadamente, pero no tuvo oportunidad. Te levantaste de inmediato, el enfado reflejado en tu rostro, y te plantaste entre ellos.
—Lo siento, pero él ya tiene compañía—dijiste, con una firmeza que no dejaba lugar a dudas.
La chica te miró de forma grosera pero igualmente alejó su mano de él y se fué a regañadientes.
Marc te observó con una mezcla de sorpresa y diversión, sus labios curvándose en una sonrisa. Era la misma sonrisa que te había conquistado desde el principio, pero ahora tenía un matiz distinto, una especie de orgullo y ternura.
—¿Qué?—preguntaste, aún con el ceño fruncido.
—Nada, nada... —Marc negó con la cabeza, sin dejar de sonreír—. Es solo que te ves increíblemente hermosa cuando estás enojada.
Te quedaste momentáneamente sin palabras, sorprendida por el comentario. Marc estiró la mano y atrajó las tuyas, colocando un suave beso en ellas.
—Vamos, vuelve a sentarte. No dejemos que nada arruine nuestra noche—susurró, sus ojos brillando con una calidez que te hizo olvidar tu enojo.
Te sentaste de nuevo, sintiendo cómo la tensión se disipaba.
Marc te mantuvo cerca, su brazo firmemente alrededor de tu cintura.
El resto de la noche, cada vez que mirabas a Marc, veías esa misma sonrisa, y no podías evitar sentirte un poco más feliz y segura a su lado.
